La profesión médica atraviesa momentos sumamente difíciles en nuestro país como resultado de la violencia que se vive en contra del gremio, dicha situación ha perjudicado a millones de mexicanos, pero especialmente a aquellos que habitan las zonas rurales y comunidades alejadas de las grandes metrópolis, lugares a los que cada vez más profesionales de la salud se rehusan a acudir.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), se calcula que el 20 por ciento de la población rural del país no tiene cobertura de salud a una distancia menor a cinco kilómetros. Además, se menciona que, en promedio, los hospitales de zonas rurales tienen capacidad para 22 camas y 96 médicos por cada 100 mil habitantes, a diferencia de los ubicados en las grandes urbes, donde se cuenta con 109 camas y 179 médicos por el mismo número de habitantes.
Dentro de los principales motivos por los cuales los médicos no quieren ejercer su profesión en zonas rurales, se encuentra la violencia y a una inadecuada distribución de recursos, es decir, bajos salarios e instalaciones raquíticas.
Por otra parte, de acuerdo con la Cámara de Diputados, en la última década los ataques contra los profesionales de la salud se han incrementado en un 200 por ciento en nuestro país, una situación alarmante que se ha visto en casos como el del asesinato de Miguel Ángel Camacho Zamudio en Mazatlán.
En ese mismo sentido, los bajos salarios o el nulo apoyo que existe en los centro de salud de las comunidades rurales también incide en que muy pocos médicos decidan mudarse para brindar sus servicios.
Derivado de esto surgió el movimiento #YoSoyMédico17, que entre sus demandas pide mejores condiciones laborales, abastecimiento suficiente de medicamentos y seguridad para que los médicos puedan realizar sus actividades con tranquilidad.