Recientemente, la terapia de luz parece estarse popularizando en la investigación médica. Tan solo en agosto pasado se proponía esta tecnología para eliminar úlceras crónicas. Las ventajas de estos sistemas son aparentes. No solo es un sistema relativamente barato. Además, se puede reducir significativamente la molestia y efectos secundarios que perciben los pacientes.
Por eso, expertos de la Universidad de Washington la proponen para problemas de la vejiga. De acuerdo con su estudio, publicado en la revista Nature, podría ser eficaz para varias condiciones. Entre ellas, la vejiga hiperactiva, la cistitis intersticial y la incontinencia urinaria. De acuerdo con los investigadores, su terapia de luz ya tiene resultados en ratones y podría servir en humanos.
Estimulación eléctrica vs terapia de luz
Robert Gereau, coautor líder del estudio, apunta que estos problemas suelen tratarse con estimulación eléctrica. A los pacientes se les colocan dispositivos que envían impulsos a los nervios y mejoran los síntomas. Sin embargo, afirma el experto, se puede dar lugar a efectos adversos serios. Por ejemplo, algunos aparatos terminan por afectar otros órganos, debido a su baja especificidad. En respuesta, su equipo propone cambiar este enfoque por la terapia de luz.
La terapia de luz comienza con la inyección de opsinas al paciente. Estas proteínas, cargadas por virus, se ligan a las células de la vejiga. El órgano se vuelve sensible a estímulos ópticos. Luego, se coloca un cinturón que permite emitir luz, monitorear actividad del tejido y obtener información. De acuerdo con John Rogers, también coautor líder, el sistema funciona en un modelo animal.
Estamos muy emocionados con estos resultados. Este ejemplo demuestra cómo pueden funcionar en conjunto estos diversos elementos. Se trata de un sistema autónomo, implantable que opera en sincronía con el cuerpo para mejorar la salud. Tenemos un preciso sensor biofísico para la actividad del órgano. También, un método no invasivo para regular esa actividad. Un módulo de comunicación y control inalámbrico. Y por último algoritmos de datos para una operación cerrada.
Esta terapia de luz solamente administraría estímulos cuando detecta problemas. De lo contrario, suspendería el tratamiento. Antes de iniciar pruebas clínicas, Gereau y Rogers desean intentar el sistema en animales más grandes. Su principal preocupación son los virus que utilizan para administrar las opsinas al órgano. Sin embargo, si logran confirmar que es un método seguro a largo plazo, podrían utilizar este mismo sistema de estimulación en otros órganos del cuerpo.