La semana pasada, la diputada Lyndiana Bugarín Cortés, del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), propuso en el pleno del Congreso una iniciativa para que todos los trabajadores laboren desde sus casas (el llamado home office) cuando menos una vez a la semana. Si bien esta práctica podría ser contraproducente para la salud de los mexicanos en algunos aspectos, también tiene el potencial de mejorar las condiciones sanitarias de la población trabajadora.
En una entrevista con Notimex, Cristóbal Sánchez Quiroz, científico del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) apuntó que el home office podría reducir el tiempo de exposición a patógenos peligrosos. De acuerdo con el experto, los espacios de trabajo son un criadero de bacterias y microorganismos capaces de deteriorar la salud de los mexicanos.
Señaló que los hábitos de limpieza y sanidad en las áreas comunes de una oficina generalmente no son los mejores, lo que fomenta un entorno perfecto para la proliferación de patógenos. En promedio, comentó, solo los audífonos y auriculares pueden tener hasta 25 mil 127 bacterias por pulgada cuadrada. La cifra es enorme, comparados con los 50 microorganismos que se encuentran, por lo general, en la tapadera de los excusados.
Aunque en menor cantidad, el escritorio, el teclado y el ratón del equipo de cómputo son también focos de infección, con una densidad promedio de 20 mil 961, tres mil 295 y mil 676 bacterias por pulgada cuadrada, respectivamente. Estas colonias de microorganismos son tan voluminosas en las oficinas por la interacción constante de decenas, cientos de individuos; algo que difícilmente sucedería en un esquema de home office.
Sánchez Quiroz apuntó que, en una oficina convencional, el simple contacto con los objetos puede atraer las bacterias a las manos, algo preocupante si se toma en cuenta que una persona promedio se toca el rostro hasta 15 veces cada hora. Recomendó que, independientemente si se labora en un esquema tradicional o en home office, lo recomendable es desinfectar y limpiar de forma constante las superficies de mayor tránsito para reducir la incidencia de enfermedades.