La larga historia de violencia política y civil que existe en el país ha prevalecido a lo largo de los últimos 17 años. Existe violencia social en contra de los niños que mueren por desnutrición y abusos contra los menores de edad; existen también los feminicidios, Ayotzinapa y los asaltos a transeúntes, carros, casas y consultorios; y que decir del tráfico de estupefacientes, la lucha por las plazas de venta de droga o el robo infame e inaudito a las arcas de la nación, etc.
Todos los elementos anteriores dejan ver que ejercer la medicina en un país como el nuestro no es fácil… somos un país excepcionalmente violento y esa violencia, nos guste o no, nos afecta, pero no sólo a nosotros, sino también a nuestros colegas y familiares.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la violencia se clasifica en tres categorías: la auto-infligida, la colectiva y la interpersonal.
En la auto-infligida clasifica el suicidio, mientras que en la colectiva se incluyen la violencia económica, política y social; finalmente la violencia interpersonal considera la intrafamiliar (contra niño, mujer o adulto mayor), así como la violencia entre conocidos o extraños.
Mientras que los países de la zona europea la violencia auto-infligida es la más frecuente, en la región americana prevalece la violencia interpersonal, categoría que se mide por el número de heridos y homicidios, información de fácil obtención.
Cabe destacar que la OMS define al homicidio como la muerte resultante del uso intencional de la fuerza física, definición bajo la cual la intención de matar y la utilización de la fuerza física resultan criterios indispensables.
Existe en México un aumento sostenido de la violencia a partir del año 2000. Un punto de vista señala que ésta es tal vez ocasionada por la producción, consumo y tráfico de droga, aunado a un país que está en vías de desarrollo y donde existe un nivel de impunidad altísimo, donde existen episodios de una alta violencia personal y social, producto de los múltiples conflictos que ha vivido.
Las fluctuaciones drásticas y rápidas observadas en las tasas de homicidio, nos hacen pensar que los fenómenos socioculturales, como la violencia política o el tráfico de drogas, podrían explicar esto más que las mutaciones genéticas, cuyas fluctuaciones se realizan en períodos de decenas de años o más.
De tal forma, podemos argumentar que México es un país violento, incluso en comparación con muchos de nuestros vecinos de la región americana, considerada como una de las más violentas de todo el planeta.
Por si fuera poco, la violencia y los crímenes en contra de médicos y enfermeras en México va en aumento. Entre 2013 y 2017 ha habido, por lo menos, 7 asesinatos de pasantes de medicina y residentes, así como 19 homicidios de médicos, enfermeras o especialistas. Existen también 9 casos de agresión contra personal del sector salud, los cuales van desde los golpes hasta el intento de homicidio; además 2 médicos desaparecidos, 3 centros de salud y 25 médicos asaltados, así como 71 profesionales de la salud que viven bajo amenaza; sin embargo, las cifras podrían ser mucho más elevadas, pues las cifras no son oficiales y muchas personas del gremio prefieren no hacer públicas las agresiones de las que son objeto.
Hoy, con el asesinato de la doctora Ciani en Tijuana, estamos más unidos que nunca y procurar que se exija mayor seguridad y menos impunidad para los agresores a médicos.
Otro punto que no se puede dejar de lado son las cargas de trabajo que condicionan la aparición del temido burnout, y que sin lugar a dudas exponen al médico a un evento violento, ya sea como personal de salud o, incluso, como participante. No permitamos que el médico que está expuesto al sistema pague con su deterioro físico, moral o intelectual la falta de compromiso de quienes deben garantizar atención adecuada y seguridad.
Hemos visto caso de niños que agreden y asesinan a sus compañeros de escuela. Al final del día esos pacientes llegan con nosotros, situación que debería hacernos reflexionar en que la violencia se siembra muy temprano, desde los hogares.
Hallazgos científicos recientes han mostrado que la violencia y el maltrato infantil en los primeros años de vida son nocivos en extremo. Estudios de imagen en niños rumanos víctimas de maltrato y abandono extremos muestran una falta de desarrollo cerebral especialmente en las áreas de la corteza pre-frontal, encargada de manejar conductas específicas de la especie humana: la visión de largo plazo, el control de la impulsividad, la capacidad de concentración, planeación, el altruismo y la empatía. Haciendo una propuesta, los niños que nacen en ambientes violentos, que experimentan violencia desde el seno materno y crecen en familias disfuncionales, podrían ser adultos que solucionen violentamente conflictos,como está ocurriendo en nuestro país.
Recomendaciones ante potenciales situaciones de violencia
- No explore sólo o a puerta cerrada a un paciente que tenga un familiar conflictivo.
- Tenga cuidado en su actuar médico, sobre todo cuando existan testigos (no médicos).
- Si acude a consultas a domicilio, reporte a familiares y empresa dirección completa.
- Evite que cualquier situación se transforme en agresión o en una riña.
- En caso de agresión: no se resista, mantenga la calma, busque auxilio y resguardo.
- Si tiene un consultorio particular… procure estar en un grupo médico, para que se pague vigilancia.
Ante hechos de violencia
- Reporte verbalmente eventos violentos ante vigilancia, autoridades superiores, administrativas o penales.
- Haga un reporte escrito en el expediente, además de la denuncia ante la autoridad correspondiente.
Propuestas
- Que en los colegios y asociaciones médicas se puedan reportar denuncias para su contabilidad.
- Que exista a nivel laborar un lugar donde se puedan reportar las denuncias para su contabilidad.
- En caso de agresión conceder permiso laboral, para que el personal agredido sea reemplazado y se retire a su domicilio.
Recordemos que violencia es cualquier incidente donde existe una amenaza, abuso o agresión verbal o física, incluso en el trabajo, con un riesgo explícito o implícito a la seguridad, bienestar o salud. Informar éstos hechos nos permitirá actuar en su prevención, priorizando la salud física, y psíquica, en pos de un ámbito laboral seguro.
Los médicos fuimos formados para auxiliar pacientes, no para tener confrontaciones con nadie. Nosotros como profesionistas debemos de exigir a los colegios médicos, a las asociaciones y a nuestro gobierno el poder laborar con dignidad y seguridad, procurar un cambio cultural profundo, donde la violencia deje de ser una forma aceptada culturalmente, para solucionar los conflictos. Sólo así se podrá desarrollar un país no violento que pueda vivir en paz.