En apenas unas semana al frente del gobierno, Andrés Manuel López Obrador ya ha tomado las primeras decisiones que han provocado opiniones divididas entre la población. Dentro de sus acciones, una de las mayores es la desaparición del Seguro Popular, el cual será absorbido de forma gradual por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) Bienestar.
Por lo anterior, es momento de analizar de forma breve algunos de los aspectos positivos y negativos que mostró el programa social nacido durante el sexenio de Vicente Fox.
Lo rescatable
Lo mejor del Seguro Popular es que desde un inicio estuvo enfocado en la población más vulnerable y de escasos recursos del país. Su creación estuvo pensada para los mexicanos que no estaban afiliados ni al IMSS ni al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y que no contaban con el poder adquisitivo para pagar consultas privadas.
Durante sus 15 años, el Seguro Popular logró acumular a poco más de 57 millones de afiliados. Dentro del amplio catálogo de enfermedades que cubría, destaca el atender a 11 mil 725 casos de cáncer infantil durante el último lustro.
Lo negativo
En contraparte, existen casos de pacientes y médicos que afirman que la atención en el Seguro Popular era deficiente. La queja más recurrente es acerca del desabasto de medicamentos. Sumado a eso, se deben añadir las deficientes condiciones de muchos de sus hospitales.
A su vez, uno de los aspectos más negativos del Seguro Popular es el relacionado con los continuos casos de corrupción en los que se vio envuelto. Tan sólo a inicios de este año se expuso la “desaparición” de 16 mil millones de pesos.
De esta manera, con virtudes y defectos, lo único real es que la desaparición del Seguro Popular es una decisión que ya se ha tomado. Ahora lo único que resta es pedir que su continuación evite repetir errores del pasado.