En medio del actual período de transición y rumbo al inicio de la siguiente administración, es pertinente conocer cómo se encuentran algunas de las instituciones federales y una de las atraviesa por un momento complicado es el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) porque, contrario a lo que se podría suponer, presenta un severo rezago.
Si bien, en años recientes el IMSS logró una recuperación financiera que ha permitido que en sus últimos dos ejercicios anuales obtenga un superávit y su cobertura médica ahora es superior a los 70 millones de derechohabientes, eso no es sinónimo de una mejora en la atención y de acuerdo con el análisis de de los informes del IMSS del 2009 al 2018, se considera que para evitar las pérdidas se tuvo que sacrificar la inversión en insumos y obras.
Tan sólo para regresar a la capacidad hospitalaria que se tenía en 2012 se requerirían 5 mil 207 camas censables adicionales a las que se tenía en 2017. Esto significa que el IMSS debe construir alrededor de 36 hospitales de 144 camas tan sólo para recuperar la capacidad hospitalaria que existía hace 6 años.
Más derechohabientes, mismos médicos
Lo anterior indica que no ha sido proporcional el aumento en el número de derechohabientes con una mayor cantidad de personal para atenderlos y contar con más instalaciones porque mientras en el 2012 el IMSS registraba 0.41 médicos familiares por cada mil derechohabientes, para el cierre de sexenio la cifra se redujo a 0.35. A su vez, en el caso de enfermeras, al inicio de su gobierno existían 2.52 por cada mil afiliados, mientras que ahora son 2.27.
Por otra parte, en lo referente a camas de hospital, al inicio del sexenio el IMSS contaba con 0.80 por cada mil usuarios, pero ahora se reporta que existen 0.69 por cada millar de pacientes, lo cual resulta preocupante, pues el promedio del resto de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) es de 4.8.