En 1970 surgió el concepto de la telemedicina como una alternativa para luchar contra las barreras geográficas con el apoyo de las herramientas tecnológicas que se tenían al alcance, lo que permitió aumentar la accesibilidad a la salud para miles de personas, especialmente en zonas rurales y países en desarrollo.
Varias décadas después, la telemedicina continúa siendo una opción aunque ahora con distintas variantes gracias al desarrollo de la tecnología, aunque de la misma forma en que ofrece distintos aspectos positivos también presenta algunos puntos adversos.
En primera instancia, gracias a la telemedicina es posible brindar atención a pacientes que se encuentran a lejanas distancias, lo que representa su principal ventaja porque existen zonas que no cuentan con unidades médicas a su alrededor y es la única forma de ofrecerles apoyo a los pacientes.
Derivado de lo anterior, la telemedicina también resulta económica en el sentido de que cuesta menos que construir unidades médicas o tener que trasladar a equipos de especialistas hasta las zonas remotas que requieren el apoyo.
En contraparte, dentro de las desventajas, la principal es que la relación médico-paciente es prácticamente nula debido a que todo se trata a distancia, por lo cual muchos afirman que en esta forma de atención resulta muy difícil que exista la empatía médica, uno de los grandes problemas de la profesión en la actualidad y que inclusive ha sido motivo de discusión.
Otra desventaja es que la telemedicina sólo suele funcionar como un suplemento del médico general pero no del especialista. Debido a que todo se realiza a distancia, resulta muy complicado lograr diagnósticos específicos.
Por último, también es importante mencionar que esta herramienta no es ajena a nuestro país y de acuerdo con la Secretaría de Salud (SSa), Yucatán se ubica en el primer lugar nacional de consultas mediante telemedicina, seguida de San Luis Potosí y Tamaulipas.