Dentro de las principales características de los virus se encuentra su constante mutación. Eso provoca que no sean sencillos de atender y es lo que ahora ocurre con el SARS-CoV-2. Aunque ya se cuenta con diversas vacunas no significa que el problema haya sido resuelto. Ahora hay inconvenientes como la tardanza en la aplicación de la inmunización en algunos países y que pierda eficacia. De hecho son los principales factores que ponen en riesgo la llamada inmunidad de rebaño a la que aspiran todos los países. Además existe una variante en específico que ha provocado preocupación mundial.
En ese sentido, en su definición más sencilla, una variante se describe como un conjunto de mutaciones que vuelven a un virus diferente a su versión original. Además, para considerarse dentro de este rubro debe causar un impacto en la salud pública: mayor transmisibilidad, cambios en la respuesta inmune y otros.
Las variantes más peligrosas del mundo
Ahora bien, la variante británica o B.1.1.7 es catalogada como la más peligrosa en la actualidad. Así lo confirma la nueva clasificación de riesgo elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) en donde aparece en primer lugar.
Por su parte, ahora la revista médica The Lancet publica los resultados de un estudio realizado en el Hospital de la Universidad de Londres (UCLH) y el Hospital de la Universidad de North Middlesex (NMUH). Se llevó a cabo entre el 9 de noviembre y 20 de diciembre de 2020, cuando apenas fue descubierta la variante británica y la campaña de vacunación recién había comenzado.
El objetivo del trabajo fue compararon la gravedad de la enfermedad y la carga viral en casos de personas contagiadas con esta variante y los que tenían otro tipo. Para conseguirlo fue necesario secuenciar las muestras de 341 pacientes infectados.
Resultados de la comparación
Lo que se obtuvo fue que el 58 por ciento de los casos tenían la variante B.1.1.7. Pero ahora lo más importante es que de ellos el 36 por ciento desarrollo una fase grave de la enfermedad o falleció. En comparación, entre los pacientes con cualquier otra variante el 38 por ciento tuvo el mismo desenlace trágico.
A partir de lo anterior se puede concluir que esta variante sí es más infecciosa y puede provocar un mayor número de contagios pero no es más mortal porque no hubo una diferencia significativa con respecto a otras.
Pero aunque no sea notoriamente más mortal sí es más transmisible y se identificó una asociación entre su aparición y un aumento en las hospitalizaciones. Lo que ahora falta por comprobar es si las vacunas que ya se aplican a la población podrían perder eficacia ante esta nueva enfermedad.