Como forma de conciencia social, la ética tiene expresiones en las más variadas dimensiones de las actividades del hombre, entre las éticas profesionales, la ética médica o, también, Bioética, tiene como fundamento la idea tradicional sobre la ocupación.
La ética médica está íntimamente relacionada con la moral y se refiere, de manera especial, a los principios y normas que rigen la conducta de los profesionales de la salud1, siendo concebida como el conjunto de principios, valores morales y de acciones relevantes del conjunto de personas responsables de la salud: enmarcando a todos los profesionales del área de la salud y su práctica profesional.
Una de las primeras exigencias es la ayuda a todos los enfermos sin distinción de raza, credo o posición social. La concepción social sobre la labor de un médico, en particular, se relaciona con su preparación y motivación para llegar siempre en ayuda, sin considerar obstáculos o dificultades, en aras de salvar una vida.
La medicina trata de cumplir a cabalidad con unos fines establecidos2:
- La prevención de las enfermedades y la promoción y conservación de la salud.
- El alivio del dolor y del sufrimiento humano causado por la enfermedad.
- La atención a los pacientes para curar a aquellos que sean curables y para cuidar a los incurables.
- Evitar la muerte prematura y buscar la muerte tranquila para sus pacientes.
Se debe aclarar que en la satisfacción de estos fines no se vale todo. De hecho, el médico lleva a cabo su profesión mediante un compromiso con la ciencia médica y con los enfermos, compromisos que se establecen a través de un contrato con la sociedad. La base de este contrato es el profesionalismo, cuyos principios deben ser respetados, tanto por el médico como por la sociedad. En este sentido, la clave está en colocar los intereses del paciente por encima de los intereses del médico, manteniendo estándares de competencia profesional y constituirse como un auténtico experto para la sociedad en el terreno de la salud.
En el cumplimiento de este principio básico, está cimentada la autoridad moral del médico, derivando en la confianza del enfermo en particular y de la sociedad en general al comprobar la integridad del médico en su pensamiento y quehacer, como individuo y como profesional. Sin embargo, no es fácil cumplir con este compromiso.
Para que el médico ejerza con profesionalidad su misión en la sociedad, y lo haga basado en estos principios fundamentales, es necesario que asuma una serie de responsabilidades y compromisos.
Competencia profesional
El profesional debe asumir la responsabilidad de mantener un conocimiento médico actualizado y elevado, así como las habilidades clínicas que le permitan ejercer su profesión con “competencia”. Es un compromiso constante con el aprendizaje a fin de mantener los más altos estándares de calidad en el servicio que presta a sus pacientes3.
Además, también forman parte de la responsabilidad y el compromiso:
- La honestidad.
- La confidencialidad del paciente.
- Las relaciones apropiadas con el paciente.
- La mejora constante en la calidad de la atención.
- La mejora del acceso a la atención sanitaria.
- El conocimiento científico.
- La justa distribución de los recursos.
- Hacer que prevalezca la confianza en los conflictos de intereses.
La responsabilidad de los profesionales de la salud atañe no sólo a la mejora continuada de la asistencia que prestamos y a las cualidades de ésta, sino también a velar por los principios de la profesión médica.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
- Fernández Sacasas, JA. Aspectos éticos de la Educación Médica. Apuntes para una discusión de grupo. Tarija, Bolivia, 2001. Material bibliográfico de la Maestría en Educación Médica. La Habana: CENAPEM; 2002.
- Villanueva-Marcos JL, Millán Núñez-Cortés J, Barón- Maldonado M. Estándares para la enseñanza de la medicina. Madrid: Agencia Laín Entralgo y Fundación Lilly; 2006
- Coles R. The moral education of medical students. Acad Med 1998; 73: 55-7.