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Reducir el pH intracelular podría limitar la proliferación de células cancerígenas

Las células cancerígenas son más prolíficas en entornos alcalinos, por tal motivo un pH intracelular bajo podría limitar su daño

De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2015 alrededor de 8.8 millones de personas fallecieron en todo el mundo a causa del cáncer, segunda causa de muerte más frecuente en el planeta, siendo responsable de 1 de cada 6 decesos. Si bien hasta el momento no se cuenta con una cura 100 por ciento eficaz en contra del cáncer, diversos estudios analizan posibles debilidades que ayuden en su combate, siendo una de ellas los entornos intracelulares con un pH bajo.

A través de una publicación en Nature Communications, expertos del Instituto de Investigación en Biomedicina (IRB) de Barcelona, el Morfit Cancer Center y la Universidad de Maryland anunciaron que descubrieron cómo las células cancerígenas reducen su proliferación conforme su pH interno es menor.

El objetivo del estudio era crear un modelo computacional capaz de analizar cómo las modificaciones en el pH podrían afectar la actividad de 2 mil enzimas metabólicas. Este sistema fue construido gracias a la compilación de cientos de miles de datos recuperados de ensayos bioquímicos, así como una base de datos donde se contenían diferentes expresiones genéticas de células cancerígenas.

De acuerdo a la hipótesis de la investigación, las células cancerígenas suelen ser más efectivas y agresivas en entornos alcalinos, pues acidifican su ambiente para mantener su interior con un pH alto. Por tal motivo, la propuesta de los científicos es reducir previamente el pH del ecosistema intracelular y evitar así la alcalinización del interior de las células.

Miquel Duran-Frigola, químico computacional del IRB Barcelona, afirmó que el estudio es muy teórico; sin embargo, el equipo de trabajo ha conseguido identificar algunas enzimas metabólicas de las células cancerígenas que ayudan con el proceso de acidificación intracelular.

En terapias de laboratorio con células cancerígenas de mama que afectan directamente a cinco de estas enzimas se han obtenido resultados prometedores. Duran-Frigola afirma que algunos de estos tratamientos ya podrían empezar a ser probados en animales.

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