En la actualidad, la quimioterapia continúa siendo uno de los tratamientos más empleados contra distintos tipos de cáncer; sin embargo, la realidad es que se trata de una alternativa que afecta de manera considerable en la calidad de vida de las personas y genera diversos daños a nivel físico que impactan en la parte emocional.
Pero al igual que ocurre con cualquier enfermedad mortal, como médico siempre debes de cerciorarte de que los resultados de las pruebas de detección sean precisos y en caso de duda puedes solicitar una segunda opinión o repetir la prueba para evitar que te ocurra lo mismo que en la siguiente historia.
En el 2012 se le diagnosticó a James Salaz, de Colorado, que padecía de histiocitosis de células de Langerhans debido a que se detectaron anomalías en su pulmón izquierdo durante una prueba, por lo que desde entonces fue sometido a un severo tratamiento de quimioterapia intensa y el uso de analgésicos fuertes.
Durante un lustro, la vida de James sufrió un cambio radical debido a las fuertes dosis químicas a las que se sometió, pero a pesar de ser constante en las indicaciones de los especialistas, él nunca vi cambios drásticos en su estado de salud, hasta que finalmente decidió acudir con otro médico para solicitar una segunda opinión.
Error de diagnóstico
Fue aquí donde todo tuvo sentido porque el nuevo médico realizó las pruebas necesarias y determinó que en realidad jamás había tenido Langerhans sino que era vasculitis y la supuesta anomalía en su pulmón izquierdo era en realidad sólo una vena, pero no cáncer.
Al recibir esta noticia, de inmediato se le retiraron todos los medicamentos y la quimioterapia a la que se sometía, pero ahora el problema es que los médicos temen que viva el resto de su vida con pancreatitis.