En junio de este año, una investigación cimbró al mundo del futbol americano, pues un estudio realizado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston y del Hospital de Veteranos de esa ciudad, y publicado en la revista The Journal of American Medical Association, analizó los cerebros de 202 exfutbolistas de distintos niveles de los Estados Unidos, desde jugadores de la NFL, pasando por niveles universitario y hasta la escuela secundaria.
Encontraron que el 87 por ciento de los cerebros estudiados mostraba signos de Encefalopatía Traumática Crónica (ETC), una enfermedad cerebral relacionada con reiterados golpes a la cabeza cuyos síntomas son la pérdida de memoria, confusión, alteración del juicio, paranoia, problemas de control de impulsos, agresividad, depresión y en ocasiones demencia progresiva que pueden ocasionar la muerte.
Al respecto, los investigadores mencionaron que la ETC sólo puede ser diagnosticada en una autopsia y la mayoría de los casos han sido vistos en atletas involucrados en deportes de contacto, principalmente boxeo y futbol americano.
Estudio revela nuevos datos
A pesar de los anteriores descubrimientos, una nueva investigación realizada por la Universidad de Boston encontró una posible forma de diagnosticar la ETC, aun cuando la persona se encuentra vida, a través de una muestra del líquido espinal.
Investigadores de la Facultad de Medicina de esta universidad, dijeron haber encontrado un biomarcador que podría ser clave para diagnosticar oportunamente esta enfermedad en pacientes vivos.
“En pruebas anteriores encontramos cantidades elevadas de citoquina en personas que murieron por ETC, la cual no está presente en personas sanas”, dijo la Dra. Ann McKee, autora principal del estudio, quien señaló que esta prueba ofrece pistas sobre cómo se desarrolla la enfermedad y abriría la posibilidad para saber cómo tratarla a tiempo.
La citoquina que los investigadores encontraron lleva por nombre CCL11, que al igual que otras citoquinas pueden combatir ciertas infecciones, sin embargo, en cantidades excesivas, puede causar daño en el organismo.
No sabemos porque los niveles de CCL11 son exageradamente altos en personas con ETC, podría ser una respuesta a la lesión, pero podría haber una reacción que empeora el daño. También sabemos que este padecimiento sigue avanzando incluso después de que la personas deja de recibir golpes en la cabeza”, dijo McKee en una entrevista para NBC News.
Es posible que esta proteína sea parte de esa cascada progresiva y que al interrumpir esto podríamos bajar la progresión o incluso detener el avance, pero se necesitarían años de investigación para demostrar esto.
Por ahora, lo que el equipo de investigadores encontró fue que los cuerpos de las personas diagnosticadas con ETC tenían niveles más altos de CCL11.
Ann McKee y su equipo de trabajo estudiaron los cerebros y el líquido cefalorraquídeo de 23 exjugadores universitarios y profesionales de fútbol diagnosticados con ETC. Los compararon con el cerebro y el líquido cefalorraquídeo de 50 personas que tenían enfermedad de Alzheimer y 18 personas sanas que no habían practicado deportes de contacto.
Los niveles fueron notablemente más altos en los jugadores de futbol con ETC, y cuanto más tiempo habían jugado, mayores eran los niveles de CCL11 en sus cerebros y líquido cefalorraquídeo, informó el equipo en la revista PLoS ONE de la Public Library of Science.
Esta investigación no sólo demuestra el potencial para el diagnóstico de ETC en vida, sino que también ofrece un posible mecanismo para distinguir entre este padecimiento y otras enfermedades”, añadió Jonathan Cherry, un investigador que trabajó en el estudio.