Los resultados de varios estudios habían arrojado anteriormente sospechas de que los medicamentos antiinflamatorios tendrían la capacidad de prevenir un infarto al miocardio. Sin embargo, un reciente estudio en el que participaron 10 mil pacientes parece aportar la respuesta definitiva. Los resultados de esta investigación fueron presentados en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología realizado en Barcelona.
El estudio denominado Canakinumab Anti-inflamatory Thrombosis Outcomes Study (CANTOS) fue patrocinado por Novartis y en él se planteó la posibilidad de estudiar el papel que desempeñan las inflamaciones en los accidentes vasculares.
Conexión antiinflamatorios-infarto fue dada a conocer en los 80
El cardiólogo norteamericano Peter Libby, del hospital Brigham and Women’s de Boston, sugirió en la década de los 80 que durante los procesos defensivos del cuerpo (inflamación) ciertas moléculas concentran macrófagos y otras células inmunes en los vasos sanguíneos, lo cual puede llevar a la creación de placas en las arterias (ateroesclerosis). En aquellos años esta idea parecía extravagante, pero actualmente nadie en la comunidad médica duda de su hallazgo.
Los investigadores mencionaron que lo que se desconocía era si la inflamación simplemente se concentra a favorecer la ateroesclerosis o si también puede desencadenar el propio ataque cardiaco, que muchas veces ocurre cuando una placa rasga y obstruye una arteria.
Un compañero de Libby, Paul Ridker, indagó por esta vía y llegó a la conclusión que efectivamente el aumento de células inmunitarias predecía el riesgo de sufrir un infarto. Pero los estudios estadísticos realizados con los fármacos antiinflamatorios disponibles en el mercado –principalmente los clasificados como esteroideos y no esteroideos– no produjeron los resultados esperados. De hecho, uno de ellos, llamado Vioxx, incluso duplicaba las probabilidades de sufrir un ataque al corazón. Fue retirado del mercado en 2004.
Posteriormente Libby y Ridker trabajaron en un medicamento prescrito para la artritis idiopática juvenil repentina y otras enfermedades: el anticuerpo monoclonal canakinumab, que bloquea la actividad de la molécula interleuquina 1 beta (IL-1β), una proteína relacionada tanto con la inflamación como con la ateroesclerosis. La pareja de investigadores convencieron a la compañía Novartis para poner en marcha el estudio CANTOS.
Ambos investigadores consiguieron reunir a 10 mil pacientes afectados por un ataque cardiaco para comprobar cómo influía la administración de canakinumab en las probabilidades de padecer un segundo infarto un año después del primero.
Hubo un efecto significativo: según el seguimiento que hicieron, el riesgo de tener ese segundo ataque o morir a consecuencia de él diminuía un 15 por ciento entre quienes tomaron el fármaco. Además, este grupo necesitaba un 30 por ciento menos de cirugías cardiacas que los voluntarios que tomaban placebo, lo cual indica que sus arterias se mantenían más sanas.
CANTOS abre la puerta a la investigación con otros antiinflamatorios y estrategias terapéuticas para prevenir los accidentes vasculares.