Estados Unidos se encuentra atravesando una severa crisis de salud ocasionada por el consumo excesivo de opioides, lo que se traduce en el fallecimiento de 63 mil personas durante el año pasado, inclusive la Organización Mundial de la Salud (OMS) la ha catalogado como la más grave desde la aparición del VIH en hace 35 años.
De esta forma, ante el grave problema y las consecuencias que se están observado, Donald Trump, presidente de la nación americana, lanzó una propuesta con la que busca combatir esta crisis sanitaria aunque algunos especialistas se han quejado y la han catalogado de extremista.
Como parte del plan con el que se busca hacerle frente a la crisis de salud, el mandatario propuso pena de muerte tanto para los traficantes de drogas como para los médicos que de manera irresponsable receten el consumo innecesario de opioides entre sus pacientes.
Si bien, de acuerdo con un estudio de la Escuela de Medicina Keck de la Universidad del Sur de California (USC) se registró un aumento del 471 por ciento en la prescripción de opioides dentro de los consultorios médicos de 1996 a 2012, en especial porque se creía que su consumo era benéfico para reducir el dolor en pacientes con dolores crónicos, los opositores a la medida de Trump alegan que la solución debe estar basada en la prevención y no en la represión.
A su vez, para aminorar el consumo de opioides dentro de Estados Unidos, distintas organizaciones recomiendan crear campañas de concientización y especialmente recortar las recetas médicas. Otra de las consecuencias negativas que ya se han observado es que durante los últimos dos años ha decrecido la esperanza de vida en Estados Unidos.