En enero pasado, durante su primera jornada de trabajo al frente de la Casa Blanca, Donald Trump fue noticia al reinstalar la llamada “Mexico City policy”, una ley establecida originalmente por el expresidente Ronald Reagan en 1984 que prohibía a las organizaciones no gubernamentales extranjeras que ofrecían orientación sobre opciones de planificación familiar y salud reproductiva a recibir financiamiento de Estados Unidos si incluían como opción el aborto.
A tres meses de distancia, el actual presidente estadounidense volvió a hacer de este tema de salud una noticia, ya que dos semanas antes el Congreso, en su mayoría republicano, anuló la legislación del expresidente demócrata Barack Obama que protegía la financian pública a clínicas que practican abortos, y ahora Trump ha promulgado una ley por la que los fondos públicos no pueden subvencionar la interrupción del embarazo.
Legisladores demócratas han cuestionado duramente la medida, la cual consideran un “nuevo episodio de la guerra que lideran los republicanos contra las mujeres”.
En enero pasado, cuando Trump firmaba la reactivación de la “Mexico City policy”, fue criticado por hacerlo rodeado de hombres blancos, excluyendo de esta forma a las involucradas, mujeres de todas las razas.
Al respecto, cabe mencionar que en EE. UU., de acuerdo con una gráfica de Statista con información de la consultora Ipsos, apenas 12 por ciento de población está a favor de la prohibición del aborto, no obstante, se trata de un número realmente bajo cuando se excluye la opinión del 88 por ciento restante o se compara con naciones como Japón, Rusia e Italia, donde la aceptación de esta clase de políticas es del 27, 22 y 14 por ciento, respectivamente.
Con la nueva decisión de Trump, los estados de la Unión Americana podrán prohibir el traspaso de dinero público a cualquier clínica que ofrezca la interrupción del embarazo.
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