El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acaba de descubrir que el cuidado de la salud es “increíblemente complejo”, ya que desmantelar el Obamacare no era tan sencillo como lo pensaba.
El programa de salud creado por su antecesor, Barack Obama, actualmente beneficia a más de 14 millones de personas de bajos recursos, no obstante, en campaña prometió eliminar la Ley de Cuidado de Salud Accesible (Ley ACA) que da forma a este sistema por considerarlo costoso y poco funcional.
El 20 de enero pasado, a unas horas de haber tomar control de la Casa Blanca, el mandatario firmó su primer decreto, el cual iba en contra del Obamacare, pero hoy, a más de un mes de distancia, reconoció ante medios de comunicación:
Tengo que decirles que es un tema increíblemente complejo… Nadie sabía que el cuidado de la salud podía ser tan complicado.
Pese a ello, aseguró que ya tienen una solución sobre la reforma del plan de salud, la cual es “muy buena”.
Los republicanos en el Capitolio aún están trabajando para desarrollar un sistema que reemplace la Ley ACA.
Al respecto, un posible borrador del proyecto se filtró a los medios, el cual incluye recursos para desmontar los fundamentos del Obamacare.
De aprobarse la nueva Ley, se reduciría de modo significativo el gasto del Medicaid (que brinda cobertura médica integral a personas de bajos ingresos que resultan elegibles según las leyes de cada estado) y se daría financiamiento a las entidades para crear fondos de alto riesgo para pacientes con condiciones preexistentes, no obstante, algunos elementos serían efectivos inmediatamente, y otros hasta 2020.
Para muchos legisladores esto no constituye una derogación del Obamacare, sino un reemplazo parcial.
El periodista especializado en temas de salud, Paul Demko, explicó que la reciente propuesta “se pagaría limitando las exenciones tributarias en los generosos planes de salud que la gente obtiene en el trabajo, una idea similar al ‘Impuesto Cadillac’ de Obamacare que los republicanos han luchado por revocar.
La Obamacare ha sido fuente de discusión desde que entrara en vigor en 2010. Al respeto, una gráfica de Statista muestra que ya en 2012 el 74 por ciento de los republicanos deseaban derogarla, opinión que compartían el 40 por ciento de los independientes y el 12 por ciento de los demócratas, si bien la mitad de estos últimos pensaban en ampliarla.
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