- Comer de una forma correcta es el primer paso para prevenir la aparición de múltiples enfermedades y padecimientos.
- La adolescencia y la adultez temprana son las etapas donde se generan la mayoría de casos de trastornos de la alimentación.
- La anorexia, bulimia y atracón son los más comunes.
Los trastornos alimentarios son padecimientos relacionados con conductas que afectan negativamente la salud, las emociones y la funcionalidad social de quienes los manifiestan. La mayoría de ellos se caracterizan por otorgar demasiada importancia al peso, a la forma del cuerpo y a los alimentos que se consumen, acompañada de conductas alimentarias peligrosas que pueden afectar significativamente la capacidad del organismo para obtener una nutrición adecuada.
¿Cuándo ocurren con mayor frecuencia?
La adolescencia y la adultez temprana son las etapas de mayor vulnerabilidad para el desarrollo de estas afecciones, aunque en realidad se pueden generar a cualquier edad. Detectar a tiempo el inicio de un trastorno de la conducta alimentaria puede prevenir su desarrollo y sus consecuencias.
En torno a este tema, Cristina Pasos, quien es coordinadora de la Licenciatura en Psicología Clínica en CETYS Universidad Campus Mexicali, afirma que hay tres tipos principales de trastornos de la alimentación.
- Restrictivos: En ellos se priva o limita la ingesta de alimentos. (Anorexia).
- Purgativos: Consisten en una serie de conductas que buscan compensar la comida consumida. (Bulimia).
- Compulsivos: Se caracterizan por comer, en poco tiempo, cantidades más grandes de comida de las que regularmente se comen. (Atracón).
Sospechas de primeras apariciones
Algo importante a tomar en cuenta es que los trastornos de la alimentación no aparecen abruptamente. De hecho, agregó que hay ciertas conductas que permiten sospechar si una persona está en riesgo y se trata de las siguientes:
- Cambio en sus hábitos alimentarios, por ejemplo: hacerse vegetariano, recortar los carbohidratos o comenzar a beber excesivas cantidades de agua, cuando anteriormente no se hacía o se intensifica.
- Negar que tenga hambre o que sienta el antojo.
- Ocultar la pérdida de peso negándola o usando ropa holgada.
- Interesarse más por los alimentos: llevar un conteo de calorías o poner atención en lo que comen las demás personas.
- Insistir en que necesitan comer menos o en porciones pequeñas.
- Comer lentamente o en bocados pequeños.
- Evitar comer acompañados excusando que ya han comido.
- Ritualizar otras conductas como el orden y la limpieza excesivos.
- Comenzar a aislarse de la familia, amigos o no querer salir cuando normalmente lo hacía.
- Levantarse para ir al baño durante las comidas o después de las mismas acompañado del uso excesivo de aromatizantes o de limpieza.
- Intensificar los hábitos de ejercicio o seguir rutinas muy estrictas.
- Notar que desaparecen cantidades considerables de comida durante la noche y que la persona afectada tiene envolturas o residuos inusuales de alimentos escondidos.
Cuando nos damos cuenta que una persona presenta estas conductas podrían surgir dudas, miedo, o incluso se podría llegar a minimizar el problema. Nunca se debe caer en este tipo de pensamientos porque no se combate la falla de raíz.
- Accionar: Si se tiene la sospecha, debe aclararse planteando preguntas amables, expresando la preocupación y hablando de lo que se ha observado, por ejemplo, los cambios de conducta con la comida, de ánimo, o en la rutina.
- Actuar asertivamente y con paciencia: Se debe tener presente que las personas que padecen un trastorno alimentario rechazan la idea de tener el problema.
- Elegir el momento adecuado para hablar: Se recomienda buscar un momento libre de ocupaciones y de distractores, y evitar que sea a la hora de la comida.
- Proponer soluciones en lugar de amenazas: Hay que descartar planteamientos como si no comes te voy a llevar con un psicólogo. Es mejor plantear propuestas como, he notado cambios en tu alimentación.
¿Qué te parece si vamos con un profesional que nos apoye? - Tener opciones de ayuda a la mano: Antes de confrontar la situación con la persona afectada, se recomienda informarse sobre médicos, psicólogos y nutricionistas que puedan integrar su red de apoyo.
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