- La salud mental está determinada por una compleja interacción de factores de estrés y vulnerabilidad individuales, sociales y estructurales.
- De acuerdo con la OMS alrededor del 6% de la población mundial padece el trastorno depresivo persistente.
- La principal diferencia con la depresión es la duración de los cuadros de tristeza y desinterés.
Durante los últimos años se han incrementado los problemas relacionados con la salud mental y es una tendencia que parece complicada de revertir. Incluso hay casos como el trastorno depresivo persistente que se encuentra presente en muchas personas sin que lo sepan. Por lo mismo, no solicitan ayuda profesional y así se genera un círculo vicioso sin final.
La OMS define a la salud mental como un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad.
Menciona que es una parte fundamental de la salud y el bienestar que sustenta las capacidades individuales y colectivas para tomar decisiones, establecer relaciones y dar forma al mundo. La salud mental es, además, un derecho humano fundamental. Y un elemento esencial para el desarrollo personal, comunitario y socioeconómico.
¿Qué es el trastorno depresivo persistente?
Por su parte, hay emociones como la tristeza, la apatía y el desinterés prolongado por las actividades habituales que no permiten tener un correcto estilo de vida. Cuando persisten por un lapso mayor a dos años puede ser el inicio del trastorno depresivo persistente, también llamado distimia. A la fecha se estima que afecta alrededor del 6% de la población mundial.
Este tipo de depresión genera en quienes la padecen un sufrimiento que altera su capacidad para llevar a cabo las actividades laborales, escolares y familiares. Aunque tienen en común el sentimiento de tristeza, vacío o irritabilidad, lo que marca la diferencia entre la depresión y la distimia es la duración de los síntomas, explicó el Mtro. Emmanuel Rodríguez, docente de la Escuela de Psicología de CETYS Universidad Campus Mexicali.
Cuando los síntomas depresivos son longevos, es posible que se pueda diagnosticar la distimia, es decir, una forma crónica de depresión en la que se identifica ese estado de ánimo la mayor parte del día. Tanto adultos como niños y adolescentes pueden padecerla.
Principales factores de riesgo
Los factores de riesgo del trastorno depresivo persistente son diversos e implican desde el temperamento de las personas, el ambiente donde crecen, así como predisposiciones genéticas y fisiológicas.
Tener poco apetito o sobrealimentación, insomnio o exceso de sueño, poca energía o fatiga, vivir con baja autoestima, o presentar falta de concentración o dificultad para tomar decisiones y sentimientos de desesperanza, son señales de alerta frente a un posible cuadro de distimia. Padecer o convivir con este padecimiento puede ser una experiencia desgastante. En ocasiones las personas afectadas dejan pasar mucho tiempo antes de buscar ayuda profesional.
“Lo mejor que podemos hacer es confiar en los profesionales de la salud mental, ya sea de manera privada o a través de centros de atención pública o educativas, haciendo el esfuerzo de vencer el prejuicio o creencia que en ocasiones se tiene respecto al acudir al psicólogo y psiquiatra”.
Una vez que se da el primer acercamiento con un profesional de la salud da inicio el plan de acción de la mano de una red de apoyo conformada por personas cercanas al paciente.
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