Todos somos culpables por la trágica muerte de Lucero

La semana pasada se dio a conocer en todos los medios de comunicación la muerte de la joven madre de 24 años Lucero Priscila Garza de Monterrey, Nuevo León, supuestamente como consecuencia del consumo de un “suplemento natural” llamado Avitia Cobrax (las típicas pastillas milagro para bajar de peso). Sin embargo, la tragedia va más allá de la muerte de una mujer tan joven que dejó huérfana a una bebé y a una familia inconsolable.

El desastre lo causamos todos, empezando por la sociedad y sus presiones para tener una figura perfecta. Esta chica, bella y esbelta, posiblemente nunca habría considerado ingerir estas pastillas si alguien no se las hubiera “recomendado” o si no fuera tan fácil comprar productos de este tipo en internet o si existiera una cultura de todos nosotros para no autorrecetarnos.

En el caso de que el medicamento sea la causa del fallecimiento, nosotros como médicos tenemos la gran responsabilidad de educarnos y tomar las medidas pertinentes al revisar un historial clínico y averiguar qué suplementos o vitaminas toman nuestros pacientes: todo tiene compuestos químicos —sea un complejo naturalmente que no o no—, todo interactúa, medicamentos y suplementos (muchos son tóxicos si se combinan).

Anteriormente, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios, (COFEPRIS) emitió una alerta por productos similares con acciones termogénicas, bajo los nombres comerciales de Thermatrim y Pura Alegría, fabricados en Monterrey.

En diciembre de 2014, la publicidad de Thermatrim fue suspendida y, después de una investigación, se decomisó el producto en sus puntos de venta; pero poco sirvió, ya que de los mismos proveedores que suministraban Thermatrim, empezaron a ofertar el segundo producto (Pura Alegría), y por lo que entiendo, ambos productos son semejantes.

¿Por qué si ambos productos eran vendidos por el mismo servidor, no se suspendieron y se tomaron las medidas legales necesarias para que no sólo desaparecieran, sino se previniera el lanzamiento de un tercer producto?

Tragedia a nivel gubernamental

Según un comunicado de la COFEPRIS emitido en diciembre de 2014 con referencia al Thermatrim, se señala:

Este producto no cuenta con el pertinente registro sanitario, ni mucho menos permiso de publicidad de la Secretaría de Salud que respalde su calidad, eficacia y seguridad.

Más adelante, en el transcurso de 2017 se lanzó al mercado un tercer producto semejante, el cual ingirió Lucero por un mes: Alvitia Cobax que tampoco tiene registro. No entiendo por qué pudo salir al mercado y estar al alcance de todos.

Lo que colma el plato son reportes de efectos neurológicos por el uso de este tipo de compuestos que han sido documentados en diversas publicaciones, no sólo en México.

La publicación española neurologia.com que forma parte del Journal Citation Report, publicó en diciembre de 2015 una carta al director con el análisis de varios casos que se estudiaron en México, Texas (Unión Americana) y España sobre los serios efectos neurológicos presentados entre la tercera y octava semana de la ingesta de los fármacos Thermatrim y Pura Alegría. Los reportes indicaban importantes alteraciones al Sistema Nervioso Central manifestados como leucoencefalopatía difusa con jaquecas pseudomigrañosas con trastornos cognitivos y conductuales, así como alteraciones del Sistema Nervioso Periférico manifestándose como una neuropatía desmielinizante.

Lucero presentó síntomas como los descritos, según lo que se ha reportado: fuertes dolores de cabeza, encefalopatía y edema cerebral (lo que al progresar pudo haber causado su muerte). Tal vez nunca lo sabremos ya que no se solicitó una autopsia oportunamente. Si mal no recuerdo, una autopsia forense se solicita en casos de muerte súbita: ¿no hubiera aplicado en este caso? Aparentemente, el esposo de Lucero solicitó una autopsia, pero fue practicada después de haberse embalsamado el cuerpo. No tengo palabras.

En fin, todos somos parte del problema.