En la lucha contra el cáncer de mama es fundamental poner atención en la importancia de las terapias de soporte en la atención integral de las pacientes que enfrentan esta enfermedad. En México, este tipo de tumor es el de mayor incidencia en las mujeres y ocupa el segundo lugar en mortalidad, con más de 8,000 muertes reportadas en 2022, según datos de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer.
De acuerdo con el Dr. Max Sarachaga, director médico de Amgen, en el tratamiento de cáncer de mama no sólo es relevante mirar al trastorno genético que lo está generando, sino el efecto dominó que genera y los efectos secundarios que el tratamiento llega a provocar.
“Algunos tratamientos para cáncer de mama, si bien, son innovadores y esperanzadores, muchas veces despojan al cuerpo de fuerza y provocan algunos efectos secundarios en las pacientes. Es indispensable atender estos efectos, pues en etapas muy avanzadas se convierten en un peligro igual de mortal que el mismo cáncer”, explicó el director médico.
¿Qué complicaciones puede provocar el cáncer de mama?
Según el curso de la enfermedad, algunas de las condiciones que pueden desencadenarse son:
- Anemia. Se trata de la alteración hematológica más frecuente en los pacientes oncológicos. Su incidencia ronda entre el 54 y 70%. Los glóbulos rojos, son los encargados de llevar oxígeno de los pulmones a todo el cuerpo, por lo que, cuando una persona presenta esta condición (disminución de glóbulos rojos), pueden sufrir de cansancio extremo, dificultar para respirar y mareos.
- Neutropenia. En ocasiones es causada por la quimioterapia y se refiere a una reducción de la cantidad de glóbulos blancos, haciendo al paciente mucho más susceptible a infecciones.
- Metástasis o complicaciones óseas. Puede ser generada por distintos factores: cuando el cáncer mismo se extiende a los huesos (lo que se conoce como metástasis ósea), o cuando el tratamiento del cáncer provoca una pérdida de masa ósea (osteoporosis), lo que hace que los huesos sean más frágiles y propensos a fracturarse.
Para cada uno de los casos, existen terapias de soporte que pueden ayudar a cambiar el curso e impacto de la enfermedad en la vida de los pacientes. En el caso de la pérdida ósea existe un tratamiento (denosumomab) que actúa directamente en el regulador esencial de las células que provocan la degradación del hueso (Ligando RANK), reforzando la estructura ósea y disminuyendo la posibilidad de facturas.
“La ciencia y biología están de nuestro lado cuando la combinamos. Es esencial que los pacientes y sus familiares estén informados y conozcan todo el espectro del tratamiento contra el cáncer de mama para que, de la mano de su médico, tomen las mejores decisiones”, puntualizó el Dr. Saráchaga.
Por otra parte, el director médico señaló que el tratamiento personalizado se ha convertido en un enfoque esencial en la terapia oncológica. “Estos tratamientos están diseñados para adaptarse a las características específicas de cada paciente, mejorando así tanto los resultados clínicos como la calidad de vida.
Por ejemplo, en el cáncer de mama metastásico con sobreexpresión de HER2 (un tipo de proteína que fomenta el crecimiento de las células cancerosas), existen biocomparables que han demostrado ser una opción eficaz y accesible para su tratamiento.”
Al respecto el experto señaló que en aproximadamente 1 de cada 5 cánceres de mama, las células cancerosas tienen copias extra del gen que produce la proteína conocida como HER2-positivo, las cuales tienden a ser más agresivos que otros tipos de cáncer de mama.
Las mujeres que se enfrentan a un diagnóstico como el cáncer de mama experimentan una lucha no sólo biológica, sino mental y física. Por ello, es esencial considerar no solo el tratamiento oncológico en sí, sino también las intervenciones que puedan aliviar los efectos secundarios y mejorar la calidad de vida.
Finalmente, el director médico de Amgen insistió en la relevancia de la prevención y el diagnóstico temprano como elementos clave en la lucha contra el cáncer de mama. Realizar autoexploraciones mensuales y programar mamografías regulares son prácticas que pueden marcar la diferencia.