- La terapia de conversión tiene por finalidad cambiar la orientación sexual de una persona o su identidad de género.
- Sus resultados son dudosos y está asociada con sentimientos de culpa y vergüenza, depresión, ansiedad e incluso suicidio.
- En la Ciudad de México se cataloga a este tipo de terapias como un delito aunque en el resto de los estados no hay regulaciones al respecto ni una ley federal.
Fue en 1990 cuando la homosexualidad fue retirada de la lista de enfermedades mentales de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Desde entonces se han conseguido importantes logros aunque todavía hay una lucha pendiente y es la relacionada con la terapia de conversión.
¿Qué son y cómo funcionan?
En su definición general se trata de intervenciones que tienen por finalidad cambiar la orientación sexual de una persona o su identidad de género. Sus promotores afirman que estas terapias pueden transformar a las personas gays, lesbianas o bisexuales en heterosexuales. También señalan que pueden hacer lo mismo con las personas trans o de un género diverso/diferente a cisgénero, lo que significa que la identidad de género corresponde al sexo asignado al nacer.
Para lograrlo se apoyan en abusos físicos, psicológicos y sexuales. También se utilizan técnicas como la electrocución, la medicación forzada, el aislamiento, el confinamiento, las injurias y la humillación para tratar de obtener la conversión.
A partir de lo anterior es que en múltiples ocasiones se ha denunciado que la terapia de conversión es una versión moderna de la tortura. Pero sin importar de que el consenso general es que se trata de aspectos negativos, todavía son muy pocos los países que tienen regulaciones al respecto.
Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) afirma que los supuestos servicios de “curación” de personas con orientación sexual no heterosexual carecen de justificación médica. Además representan una grave amenaza para la salud y el bienestar de las personas afectadas.
La OPS agrega que no existe algún estudio científico riguroso que demuestre la eficacia de los esfuerzos de cambio de orientación sexual. Al mismo tiempo, constata que hay muchos testimonios sobre los daños graves a la salud mental y física que estos “servicios” pueden causar. La represión de la orientación sexual ha sido asociada con sentimientos de culpa y vergüenza, depresión, ansiedad e incluso suicidio.
Ahora bien, a propósito de que cada 28 de junio se conmemora el Día Mundial de la Diversidad Sexual vale la pena analizar el panorama global de la terapia de conversión. Sin importar el mal prestigio que tiene, la realidad es que se mantiene activa en gran parte del planeta.
Países donde la terapia de conversión es ilegal
Dentro de los pocos países en donde la terapia de conversión ha sido prohibida están Alemania, Brasil, Ecuador, Puerto Rico y Malta, según la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersexuales (ILGA).
Fuera de América del Norte, la mayoría de los países no tienen ninguna prohibición sobre la terapia de conversión, lo que significa que la práctica es legal. Sin embargo, ahora se empiezan a notar cambios porque los gobiernos y parlamentos nacionales de Irlanda, https://www.saludiario.com/wp-content/uploads/2015/12/8f6d71a5-bigstock-human-brain-and-computer-chip-39563953-1-e1464383720513.jpg, Noruega, Dinamarca y Finlandia están considerando una legislación para iniciar debates sobre el tema.
Brasil fue el primer país en prohibir la práctica relacionada con la orientación sexual, en 1999, y amplió esto para cubrir la identidad de género en 2018. Varios países han introducido una prohibición penal para los profesionales de la salud que llevan a cabo la práctica, algunos de los cuales incluyen Taiwán, Ecuador y Malta, según StoneWall.
En el caso de nuestro país, el Congreso de la Ciudad de México cataloga como un delito a la terapia de conversión. Aunque en el resto de los estados no hay regulaciones al respecto ni una ley federal.