Aunque la tecnología 3D está abriéndose paso con fuerza en las intervenciones de retina, es indiscutible que hoy por hoy la calidad de imagen que ofrecen los microscopios es discretamente mejor y más natural que la de las pantallas de 4Ks con que opera el 3D. Sin embargo, el problema de los microscopios es que han agotado su evolución, tienen 200 años de vida y han llegado a su techo.
Así lo expresó José García Arumí, vicepresidente de la Sociedad Española de Retina y Vítreo (SERV), catedrático de oftalmología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y miembro y socio fundador del Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona (IMO), durante su participación en el XXI Congreso de la Sociedad Española de Retina y Vítreo, realizado en la ciudad de Madrid con la presencia de poco más de 900 expertos nacionales e internacionales que manifestaron sus inquietudes sobre esta importante área de la Medicina.
En ese contexto y de acuerdo con la información disponible en un artículo publicado por la revista especializada Infosalous, los avances tecnológicos identificados a través de la tercera dimensión (3D) están en camino de posicionarse como el relevo de los microscopios en el análisis de las patologías oculares, pero todavía no.
¿Cómo?
En efecto, a pesar del panorama venidero que, en términos generales, es bastante benéfico para la utilización de la 3D en la detección, exploración y atención médica a nivel ocular, su utilización es todavía lejana para los consultorios de la mayor parte del mundo.
Sin embargo, el doctor García Arumí reconoció que la técnica varía de paciente en paciente. Por ejemplo, en las cirugías de agujero macular y hemorragia submacular, la técnica de observación, apoyo e intervención se realiza en función de las características específicas del paciente.
Así, aunque el 3D tiene todo para desarrollarse y desbancar al uso del microscopio todavía está lejos de la precisión que la habilidad médica y la herramienta pueden tener al momento de realizar algún tipo de intervención ocular.
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