Así como los medicamentos, los suplementos alimenticios son controlados estrictamente. Esto, porque muchas veces contienen peligrosas concentraciones de sustancias. Sin una adecuada supervisión legal y médica, las consecuencias pueden ser graves para los pacientes. Algo similar le sucedió a un paciente originario de Brasil, que fue víctima de una parálisis súbita.
El caso fue reportado por The Sun. Los especialistas médicos a cargo del caso apuntaron que la parálisis fue causada por suplementos alimenticios. En particular, un producto diseñado para acelerar la pérdida de peso. El paciente sobrecargó el funcionamiento de su tiroide. Por esta razón, el potasio y el magnesio en sus músculos cayeron a niveles críticos.
Una parálisis de origen desconocido
Se atendió al paciente en el hospital, primero por debilidad en sus extremidades. En un principio, los doctores pensaron que su parálisis podría deberse a lesiones en la médula espinal. Sin embargo, pronto observaron que el paciente no tenía un historial que respaldara esta teoría. Mientras se le hacían pruebas, se encontró que los nervios se encontraban intactos. Pero rodillas, tobillos y hombre presentaban reflejos significativamente reducidos.
Inmediatamente se le realizaron exámenes para descartar la incidencia de un derrame cerebral. Al analizar más detenidamente los músculos, se descubrió un bajo nivel de potasio y magnesio. El paciente fue diagnosticado con parálisis periódica tirotóxica (TPP). Sin embargo, después de hacer pruebas en laboratorio, se descartó hipertiroidismo.
Los doctores después concluyeron que la parálisis nació a raíz de un suplemento alimenticio. El paciente había consumido durante dos meses un producto para quemar grasa. La sustancia contenía una versión sintética de la tiroxina. Este químico se utiliza frecuentemente para potenciar el metabolismo natural del cuerpo. Sin embargo, también puede ocasionar una falta de potasio y magnesio en el sistema, en especial los músculos.
De acuerdo con los especialistas, se llevó al paciente a cuidados intensivos. Ahí, se le inyectó constantemente de potasio hasta normalizar su tiroides. Después de dos días, su parálisis se disipó lo suficiente como para poder mover brazos y piernas. El tratamiento continuó por tres días más antes de autorizarse el alta médica. Se trata del tercer caso del tipo tan solo en ese hospital.