Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2019 indican que cada año alrededor de 703 mil personas cometen suicidio. Con esto, se trata de un problema de grandes dimensiones que debe ser tomado en cuenta. Inclusive en fechas recientes ha mostrado un aumento en su incidencia y ni siquiera la actual pandemia de Covid-19 ha logrado una mejora en las cifras.
En México, los adolescentes y adultos jóvenes son los más expuestos al suicidio. De hecho es la segunda causa de muerte en esta población.
Al respecto, Francisco Díaz, psicólogo miembro de Doctoralia, la plataforma líder a nivel mundial que conecta a profesionales de la salud con pacientes, detalla algunas de las principales causas y factores de riesgo que conducen a una persona a terminar con su vida.
“Lo primero que contribuye a que una persona quiera atentar contra su vida es que sienta que nada de lo que haga va a cambiar la difícil situación por la que está pasando. Problemas laborales, familiares, de pareja y personales suelen verse mucho más grandes de lo que son y se siente que la muerte es lo único que va a arreglar las cosas”.
Principales factores de riesgo
Asimismo, agrega que el impacto de la pandemia está agravando la situación de indefensión de muchos afectados por ella. También está perjudicando la salud mental de muchas personas debido al aumento de la angustia, ansiedad y depresión, además de otros factores como la violencia, el abuso de alcohol y otras sustancias; así como la sensación de pérdida. Todo esto puede conducir a que se decida terminar con la propia vida.
“El consumo de alcohol, tabaco y marihuana aumentó de manera exponencial durante la pandemia, debido a que da una especie de sentimiento de libertad; sin embargo, cuando ya no es una sensación placentera aumenta el riesgo de vivir episodios violentos o depresivos en casa”.
Impacto en los médicos
Los profesionales de la salud están siendo especialmente afectados, debido al exceso de trabajo y la gran exigencia que implica el tratamiento de pacientes con Covid-19. Creer que no se logra un impacto positivo en ningún aspecto de la vida puede inducir a tener pensamientos suicidas. Del mismo modo, la falta de autoestima, una situación económica complicada, sentirse socialmente apartado o segregado y la necesidad de sentir que somos importantes para los demás son factores de riesgo. De hecho, muchas personas creen que si atentan contra su vida nadie va a extrañarlos o necesitarlos.
Algunos signos de advertencia que nos indican si alguien está pensando en el suicidio, son trastornos del sueño, percepción de estar solo y que nadie entiende por lo que se pasa, problemas económicos y una mala relación con las personas con las que se convive a diario.
La buena noticia es que el suicidio se puede prevenir. En primer lugar, es importante no intentar esconder nuestros miedos e inseguridades y, por pequeños que parezcan nuestros problemas, buscar ayuda profesional es lo mejor. También ayuda tener una red de apoyo, donde la familia es fundamental, mientras que la escuela, los amigos y el ámbito laboral pueden ayudar.