El físico británico Stephen Hawking, aquél que explicó el universo desde una silla de ruedas y motivó a millones de personas a interesarse más sobre las estrellas, murió a los 76 años de edad.
Hawking revolucionó la manera de comprender el mundo y fue uno de los científicos más influyentes desde Albert Einstein, desafío todos los pronósticos de vida pese haber padecido por décadas Esclerosis Lateral Amiótrófica (ELA), una enfermedad que le provocó una profunda depresión después de su diagnóstico en 1963.
Bajo este contexto, queremos recordar una plática que este científico realizó en el Royal Institute de Londres en la que tocó el tema de las personas que atraviesan grandes problemas a causa de la depresión. En esa charla motivacional, el inglés relacionó esta enfermedad con los agujeros negros.
El mensaje de esta conferencia es que los agujeros negros no son tan negros como creemos. No son cárceles eternas como una vez fueron pensadas. Entonces, si sientes que estás en un agujero negro, no te rindas, hay una salida.
Durante aquella conferencia, el científico destacó los difíciles momentos que le siguieron al diagnóstico y desarrollo de su padecimiento.
Es importante no enojarse, sin importar que desafíos nos presente la vida. Perderemos toda esperanza si no somos capaces de reírnos de nosotros mismos y de la vida en general.
Con esto en mente, Hawking destacó que a pesar de la enfermedad, fue muy afortunado en otras áreas de su vida.
Sí, fui desafortunado al desarrollar ELA, pero tuve mucha suerte de trabajar en una gran disciplina como la física teórica, una área en la que mi enfermedad no fue una desventaja.
A los 22 años Stephen Hawking fue diagnosticado con ELA. Los médicos le dieron únicamente dos años de vida… pero vivió 54 años más. El padecimiento lo dejó postrado en una silla de ruedas e incapaz de hablar sin la ayuda de un sintetizador de voz. Los movimientos de su cuerpo se redujeron a la flexión de un dedo y el movimiento de los ojos. Pero a pesar de estas adversidades, su deslumbrante intelecto, su fuerza y su sentido del humor, mezclados con una grave enfermedad, convirtieron a Hawking en símbolo de las infinitas posibilidades de la mente humana, y de su incansable curiosidad.
Aunque había una nube sobre mi futuro, encontré, para mi sorpresa, que disfrutaba más de la vida en el presente de lo que la había disfrutado nunca.