Un sismo no sólo es capaz de destruir estructuras completas, también es capaz de resquebrajar la salud mental y física de las personas.
Así lo demuestra un estudio publicado en la revista The Lancet en donde se detallan los efectos devastadores de los sismos. El documento fue realizado por Susan A. Bartels, investigadora del Departamento de Medicina de Emergencia del Centro Médico de Boston.
Estos desastres naturales suelen afectar las zonas urbanas con deficientes normas estructurales, un aspecto que repercute en altas tasas de mortalidad y víctimas en masa con lesiones traumáticas que requieren cuidados intensivos y quirúrgicos. Incluso muchas de las personas que logran sobrevivir a esta clase de lesiones enfrentan complicaciones posteriores que llevan a la morbilidad y la mortalidad.
Por su parte, Michael J. Van Rooyen, investigador del departamento de Medicina de Emergencia, del Hospital Brigham and Women, mencionó que los sismos de grandes dimensiones provocan una enorme necesidad de atención médica y quirúrgica.
Los terremotos colocan a la población en una situación de riesgo de un 1 a un 8 por ciento, ocasionando por lo general lesiones en hígado, bazo o fractura de pelvis.
El experto detalló que en los últimos diez años los sismos han causado más de 780 mil muertes, lo que representa el 60 por ciento de la mortalidad relacionada con los desastres naturales.
Al destruir instalaciones médicas, carreteras y puentes, además de interrumpir las cadenas de suministros médicos, los sismos crean una gran necesidad no satisfecha de atención médica y quirúrgica compleja. Los problemas de salud mental también son comunes después de los sismos; “la depresión puede tener una alta prevalencia (con informes que van desde el 6 al 72 por ciento). Después del fuerte sismo en Turquía de 1999, 17 por ciento de las personas tenía pensamientos suicidas”, dice Van Rooyen.