Hoy por la mañana se me perdieron las llaves por enésima vez, no encontraba el celular y se me olvidó llenar el tanque de gasolina. ¿Te suena familiar?
Diariamente, todos tenemos experiencias similares.
Uno de mis mayores miedos (y el de muchos de nosotros) es no poder concentrarme en mis labores diarias, las cuales no sólo se limitan a encargarme de la vida de muchas personas.
El hecho de considerar que podemos perder nuestra memoria automáticamente nos lleva a creer que estamos sufriendo de “principios de la enfermedad de Alzheimer”… ¡médicos a fin de cuentas!; siempre pensando en el diagnóstico más fatalista.
¡Calma!, la situación no es tan grave como pensamos (probablemente). Sí, puede ser muy frustrante tener un lapsus a la hora en que se te olvida el nombre del medicamento que estabas a punto de escribir en tu receta; sin embargo, lo importante es saber qué es normal y qué no lo es.
Al contrario de lo que muchos piensan, el cerebro es sumamente capaz de generar neuronas sin importar la edad de una persona. Y, como todo en la vida, la salud de nuestro cerebro depende de cómo vivimos, cómo nos cuidamos, cómo lo ejercitamos y, finalmente, de qué tipo de “gasolina” le echamos. Es importante saber esto porque cambia el paradigma de lo que pensamos sobre lo que puede o no hacer el cerebro y la confianza que tenemos en nuestras decisiones y la duración de nuestra vida productiva.
Hace 20 años pensábamos que el cerebro era una cosa inflexible y que si había algún daño, pues que sería difícil que se reparara a sí mismo.
Contesta estas 5 preguntas con un Sí o un No:
- ¿Se te pierden las cosas?
- ¿Tienes que apuntar todo o si no se te olvida?
- ¿Te cuesta trabajo hacer matemáticas mentales?
- ¿Si la tele o la radio están prendidos o si estás en un café lleno de gente platicando, te cuesta trabajo hacer otra cosa como leer?
- ¿Te acuerdas mejor de lo que pasó hace años?
¿Contestaste sí?
¡Felicidades! Si estuvieras perdiendo la cabeza no hubieras ni siquiera podido leer y mucho menos contestar las preguntas.
¿Qué significan estas preguntas?
La primera y segunda tienen que ver con nuestra memoria a corto plazo. No es qué la hayas perdido, es simplemente que el cerebro no puede localizar el folder en donde está el dato. Prueba de ello es que eventualmente, y después de muchos corajes, encontramos las llaves, el celular y te acuerdas del nombre del medicamento que ibas a recetar.
La tercera refleja un cerebro que está cansado. Si no puedes calcular la propina de tu cuenta del restaurante, estás agotado.
La cuarta indica la habilidad de nuestro cerebro para poder priorizar e ignorar las cosas que nos pueden distraer. Es como trabajar con una computadora anticuada que no puede hacer más de una cosa a la vez y procesa la información lentamente.
Si contestaste la última pregunta afirmativamente, refleja una pérdida más profunda del proceso de la memoria que generalmente es multifactorial y que está influenciada por la presencia de enfermedades crónicas, dieta, vida sedentaria y, en muchos casos, el estar expuestos a químicos bastante nocivos en nuestras ciudades.
¿Que quiere decir todo esto?
Consideremos que nuestro cerebro, con un poquito más de 1 kg de peso, recibe el 20 por ciento del oxígeno que consumimos, usa el el 25 por ciento de la glucosa de nuestro cuerpo y recibe el 15 por ciento de nuestro esfuerzo cardíaco.
El cerebro siempre tiene hambre, es como un niño que siempre quiere algo de comer. Sus células necesitan el doble de calorías comparadas a cualquier otra célula de nuestro cuerpo. Hay que llenar el tanque como si fuera un Rolls Royce con un motor de 12 cilindros.
Cinco maneras de llenar el tanque cerebral y mejorar tu memoria
1. Desayuna
Una taza de café te da bastante energía de forma instantánea. Consume carbohidratos compuestos y no azucares simples, por el simple hecho de que una azúcar simple se absorbe demasiado rápido y acaba por dar sueño. Es imperdonable que vivamos en un país donde abunda la fruta y no la consumamos. Ingiere proteína. Un democrático taco de frijol mantiene tus niveles de glucosa contantes durante horas.
2. Hidrátate
Gran parte del cerebro, el 85 por ciento, es agua. El agua es vital para la función y producción de neurotransmisores. Toma en la mañana y durante el transcurso del día. El cerebro no puede almacenar agua y se ha demostrado que la falta de hidratación afecta a la memoria de corto plazo como también el recordar información a largo plazo. Esa receta con la medicina que no sabes cómo se llama, la fatiga vespertina, las jaquecas y los síntomas de estrés se agudizan si no tenemos suficiente agua en el cerebro. El “refresco” es veneno para la mente.
3. Consume grasas “buenas”
Además de ser en gran parte agua, el cerebro es grasa. Las buenas son las que contienen omegas 3, que nuestro cuerpo no produce y hay que ingerir. Nueces, pescados de aguas frías tales como sardina, salmón, atún y arenque. Las grasas buenas ayudan a las neuronas a hacer sinapsis más fluidas. Por lo tanto: ideas más claras.
4. Evita endulzantes artificiales
Todos están en la mira de muchos estudios que ven problemas en la función del cerebro y la conducta. Se menciona que los del sobrecito azul aumentan los radicales libres en el cerebro que pueden destruir neuronas y estar asociados con alteración de la memoria y ansiedad. Unos de los peores casos de migraña que he visto fueron producidos por endulzantes artificiales.
5. Mantén nueces y semillas a la mano
El trabajo mental es un ejercicio arduo que quema mucha energía en el cerebro. 30 gr al día de pepitas, cacahuate, nuez de la India, pistaches o almendras. Todos tienen buenas grasas, omegas y actúan como anti inflamatorios reduciendo radicales libres y COX-2. Consume nueces durante el día para mantener niveles adecuados de energía cerebral y estar alerta.