La Hirudoterapia es el nombre que recibe la técnica utilizada para curar males mediante el uso de estos anélidos conocidos como sanguijuelas. Estas han tenido uso curativo desde la época de Hipócrates, evidenciados en pinturas y jeroglíficos encontrados en cavernas y pirámides egipcias.
Las sanguijuelas están constituidas por treinta y cuatro segmentos que se adhieren a los cuerpos de los cuales chupan la sangre gracias a potentes ventosas. En su saliva están presentes una serie de enzimas y compuestos que entran al organismo a través de la incisión. Algunos de ellos como la hirudina, funcionan como anticoagulantes, permitiendo la disolución de coágulos encontrados en los vasos sanguíneos. También inocula un anestésico local que impide que la mordedura sea tormentosa, así como compuestos antimicrobianos y agentes vasodilatadores que ayudan a abrir las paredes de los vasos mediante la dilatación de los mismos, haciendo que la sangre fluya sin obstáculos.
En Medicina Antigua la hipótesis era que, al drenar parte de la sangre, de alguna manera se podía restaurar el balance del cuerpo y curar virtualmente cualquier enfermedad. Esto resultó en una buena alternativa para tratar enfermedades y superar tratamientos farmacológicos. Esta terapia, continua en uso para muchas enfermedades como son la artritis y otros procesos; en la saliva de estos animales encontramos bdellins, compuesto mediante el cual al inhibir tripsina y plasmina actúa como antiinflamatorio. Además, son muy útiles para pacientes con enfermedades vasculares, pulmonares, neumonía e incluso puede ayudar a pacientes que tienen enfermedades del tubo digestivo, debido a que la saliva además tiene sustancias anestésicas que calman el dolor.[1]
Esta técnica incluye la función de Vasodilatadores: histamina, acetilcolina e inhibidores de la carboxipeptidasa actúan para ampliar los vasos y proporcionar un mejor flujo. Pero no es aconsejable para los pacientes con el VIH o con problemas inmunológicos, en pacientes que están tomando medicamentos inmunosupresores ya que el tratamiento pone a estas personas en peligro de sepsis bacteriana y, por lo tanto, empeora sus condiciones.
Hoy en día, son utilizadas exitosamente en medicina en el área de la microcirugía y la cirugía reconstructiva, específicamente para salvar injertos y colgajos cuya viabilidad se ve amenazada por la congestión venosa. Sin embargo; este anélido, ectoparásito temporal del hombre, también debe considerarse en el diagnóstico clínico en ciertas circunstancias. Las sanguijuelas tienen un papel en la cirugía plástica y reconstructiva y los gusanos de manera general, técnica denominada gusanoterapia son considerados con más frecuencias para el tratamiento de heridas crónicas que no cicatrizan. La terapia con gusanos remueve y limpia el tejido muerto para que el propio organismo se regenere, mientras que en ocasiones los tratamientos con el método quirúrgico pueden presentar algún tipo de infección.
Los médicos que utilizan gusanos en sus prácticas aseguran que sí funcionan. Ellos entran al interior de una herida devorando la carne muerta y no les apetece la carne viva. Existen casi 700 especies de sanguijuelas y sólo la hirudo medicinalis cumple los requisitos para los tratamientos médicos a los que nos referimos. En Colombia no es muy común dicha práctica.
[1] (Ángela Ruiz Calvo, 2015)
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