Uno de los temas más relevantes dentro del mundo actual es la salud mental laboral. Aunque más allá de su importancia es un aspecto del que se habla poco y la consecuencia no sólo es una persona afectada sino varias. Por lo tanto es necesario conocer en qué consiste las acciones preventivas que se pueden aplicar.
En entornos laborales donde el estrés crónico, el mobbing, la ansiedad, el burnout y el Síndrome del Impostor son cada vez más comunes, la falta de atención especializada en salud mental y la implementación de estrategias más bien superficiales han generado una crisis. Incluso, según el Informe Mundial sobre Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 970 millones de personas sufren de algún trastorno mental.
“Para que las empresas construyan una verdadera cultura de salud mental, es fundamental implementar acciones que trascienden las soluciones temporales. Apostar por recursos como las pláticas motivacionales puede generar un impacto momentáneo, pero no aborda la raíz del problema”, afirma Yunue Cárdenas, Coordinadora del HUB de psicología de Affor Health.
¿Cómo se debe cuidar la salud mental laboral?
Las empresas podrían ofrecer programas de diagnóstico y atención a la salud mental, de manera que los colaboradores obtengan las herramientas para evaluar el estado de su salud y actuar en consecuencia, ya sea acudir a terapia psicológica, a atención psiquiátrica o a asesoría especializada con un enfoque más general.
Lo que no es salud mental: En contraste, algunas organizaciones implementan únicamente prácticas como el mindfulness, que si bien puede reducir el estrés, no aborda problemas más profundos ni ofrecen una solución clínica. El mindfulness es útil como complemento, pero no como herramienta exclusiva para procurar la salud mental de los colaboradores.
Ofrecer asesoría especializada
Es fundamental implementar asesoría especializada que, con un enfoque clínico, aborde de manera detallada los problemas que afectan a los colaboradores. Estas situaciones pueden variar en intensidad: desde síntomas más comunes como el cansancio constante o la falta de motivación, hasta situaciones más graves como la depresión severa.
Al contar con este tipo de apoyo profesional, las empresas pueden detectar a tiempo señales de malestar emocional y ofrecer la atención adecuada para cada caso, evitando que pequeños problemas se agraven.
Lo que no es salud mental: Optar por el coaching positivo que se enfoca solo en “pensar en positivo” o “cambiar la actitud”, suele ser contraproducente si no se considera el estado emocional y mental de cada colaborador.
Promover terapias basadas en evidencia
Las organizaciones deben facilitar el acceso a terapias basadas en evidencia científica, como la terapia cognitivo-conductual (TCC), que es eficaz para tratar trastornos como la depresión y la ansiedad. También es importante que estas terapias se personalicen, de acuerdo con las necesidades de cada colaborador.
Lo que no es salud mental: A menudo, se promueve una mentalidad de “vivir en el presente” como si fuera una solución universal. Si bien, el enfoque en el presente es útil, no puede ser la única respuesta para quienes necesitan atención médica para trastornos más graves.
Combinar actividades recreativas con apoyo terapéutico
Las actividades como el yoga y la meditación deben ir acompañadas de un seguimiento terapéutico. Es decir, las empresas deben garantizar que estas actividades se integren a un plan más amplio de apoyo a la salud mental, con la opción de que los colaboradores reciban sesiones regulares con psicólogos o médicos especialistas.
Lo que no es salud mental: Si bien estas actividades recreativas pueden ser útiles para reducir el estrés de forma temporal, no suelen ofrecer una solución duradera si no están respaldadas por un apoyo psicológico continuo.
La falta de una cultura sólida de salud mental puede erosionar la confianza de los colaboradores, generando un ambiente tóxico donde el miedo a expresar necesidades emocionales prevalecen. Esto, a largo plazo, afecta no solo el clima laboral, sino también la capacidad de retener talento, la reputación de la empresa y, por supuesto, su rentabilidad.