Cuando, se presenta una inflamación; en la bursa, que cumple la tarea de proteger los huesos y amortiguar el impacto que reciben los músculos y tendones; se genera un dolor agudo, que limita el movimiento. De ahí, que la bursitis, sea considerada un síndrome reumático de tejidos blandos, incapacitante, junto con la tendinitis. Afectando, principalmente las articulaciones del cuerpo que tienen más movimiento, como las rodillas, los codos, la cadera, los hombros y las muñecas.1
De hecho, el resultado de una sobrecarga en las articulaciones es la principal razón de esta enfermedad. Es ahí, donde el sobreentrenamiento físico o el sobrepeso favorecen los síntomas. Así mismo los traumatismos causados por un accidente o caída, al igual, que patologías; como artritis, reumatismo, gota, infecciones o depósitos de calcio; llegan para complementar la lista. Sin embargo, las causas idiopáticas, también tienen una gran influencia.1
Se estima, que, el origen de la bursitis, se da por el movimiento repetitivo de una articulación, sin embargo, el sobrepeso, llega como otro factor de riesgo que se debe considerar.
De esta manera, vemos, que la bursitis toma diferentes denominaciones dependiendo de la parte del cuerpo donde se desarrolla. Así, la bursitis del isquion, es la que se produce en el hueso ubicado en los glúteos, mientras la bursitis aquilea, se refiere a la situada en el talón. En, pero, todas tienen características en común.2
Que van, desde sensibilidad al tacto, inflamación, y enrojecimiento en la zona articular, hasta llegar a la limitación del movimiento. Además, este tipo de síndrome, aumenta la posibilidad de presentar rigidez y dolor punzante, que muchas veces se irradia a otras zonas del cuerpo, dificultando las actividades propias de la cotidianidad.
Los trastornos de los tejidos musculo-esqueléticos deben ser valorados por un especialista, con el fin de realizar un diagnóstico más preciso.
Para ello, el profesional de la salud tendrá en cuenta la historia clínica, completándola con una evaluación física y con los resultados de pruebas diagnósticas, como ecografía, y resonancia magnética. Al igual, que, se puede necesitar una muestra del líquido sinovial; por medio de la técnica de aspiración; con la intención de determinar si existe una infección en el área de la articulación.2
De esta forma, se establece el tratamiento más adecuado, de acuerdo al diagnóstico. Es ahí, donde en casos leves, se opta por aconsejar reposo y el uso de medicamentos antiinflamatorios por un tiempo. Sin embargo, a veces se hace necesario infiltrar la zona con corticosteroides y analgésicos, como la lidocaína o sacar parte del líquido, para disminuir la presión.
Al mismo tiempo, cuando los resultados indican una infección, el reumatólogo seguramente encargará el uso de antibióticos en la receta médica. Con el fin, de paliar los síntomas y disminuir el riesgo de crear complicaciones. Ya que, si no se atiende correctamente, puede convertirse en una patología crónica o en una septicemia, que puede migrar a la articulación o al hueso.
Es así, como vemos, que la bursitis puede ser incapacitante, porque limita el movimiento. Ya que, los músculos, los huesos y los tendones, necesitan de las bursas, para deslizarse con facilidad. Por tanto, mantener un peso adecuado, no sobrecargar el cuerpo y evitar ejecutar movimientos repetitivos por mucho tiempo, son recomendaciones primarias, que todos podemos hacer para disminuir el riesgo.
Referencias:
1, A. Román Ivorra, C. Fernández Carballido, JJ. Alegre-Sancho, F. García Llorente, I. Chalmeta Verdejo, C. Alcañiz Escandell, L. Abad Franch, JM. Rius Peris. Bursitis: análisis clínico de 52 casos. Rev. Esp. Reum. [internet] 2003 [consultado 29 sep. 2021];30(6):326-331. Disponible en:
2.Loría Ávila Esteban, Hernández Sandí Alejandro. Diagnóstico y tratamiento de la bursitis olecraniana. Rev cubana Ortop Traumatol [Internet]. 2017 jun [citado 2021 Sep. 29]; 31(1): 110-117. Disponible en:
http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-215X2017000100010&lng=es.