El trastorno facticio es una condición clínica, donde el individuo demanda atención y cuidados hospitalarios, sin necesitarlos. Debido a que busca tratamientos médicos y quirúrgicos con síntomas falsos, que son autoinducidos. Para beneficiarse con el contacto médico y el ambiente sanitario, como una manera de recompensa, satisfacción personal y autorrealización.
Esta condición va más allá de una simple simulación. Porque, muchas veces estos individuos se causan graves daños físicos, buscando el perfeccionamiento de su papel. Lo que claramente se puede asociar con problemas mentales. Originados posiblemente por dificultades emocionales graves o a causa de procesos psico-traumáticos sin resolver.
Usando mentiras para recibir atención
El trastorno facticio tiene dos variantes, ya que, puede aplicarse a sí mismo. Donde el paciente aparenta estar enfermo, recreando un escenario tan real que difícilmente es desmentido por los demás. O impuesto a otra persona, casi siempre en estado de vulnerabilidad como un niño o un anciano. Donde se Solicita ayuda clínica para ellos, agravando los síntomas de una patología o creándolo, en forma persuasiva y persistente.1
El origen de esta perturbación aun no es claro y sigue siendo motivo de estudio. Ya que, los profesionales de la salud mental piensan que existen muchos factores psicológicos ligados. Como pueden ser las experiencias traumáticas de la infancia como abandono, maltrato, depresión, perdida, violación o abuso. Pero también puede relacionarse con episodios de estrés, falta de autoestima y soledad.2
Los síntomas de este síndrome son diversos, debido a que se acomodan a la patología que se quiera mostrar. Sobre todo, porque son Inventados, fingidos, inducidos o agravados. Con tal destreza que pueden abrir una herida, inyectarse alguna sustancia o consumir un medicamento no recetado, para poder encajar perfectamente en el cuadro clínico y ser atendido con celeridad.
Estas personas, disfrutan practicándose pruebas diagnósticas, internándose en un hospital, visitando diferentes médicos e interactuando con el personal sanitario. Sin embargo, con cautelosos con sus expedientes, pruebas médicas e historia clínica. Debido a que de esta manera pueden mantener a salvo su perfil de enfermedades, de médicos antiguos y familiares. Fundamentalmente, porque pueden convertirse en un impedimento para ser ingresados o atendidos nuevamente.
En México, el trastorno facticio por poderes, es considerado una forma de maltrato infantil. Especialmente porque se somete al infante a mentir, obedecer a las decisiones e inclinarse ante la fuerza del cuidador o de alguno de los padres. Además, algunos estudios han mostrado el aumento en el número de niños que presentan síntomas como fiebre, convulsiones y diarrea, sin causa aparente. Descubriendo después de un análisis completo, que están sujetos a un perpetrador con rasgos psicóticos, histriónicos y compulsivos.3
Esta patología es difícil de diagnosticar, porque solo a través del descarte medico de otras enfermedades se hace visible. Por tanto, la orientación profesional es de vital importancia para establecer un protocolo que logre paliar la sintomatología. Sobre todo, porque se puede hacer necesaria la medicación asistida y la psicoterapia, con el apoyo de técnicas conductuales, para enfrentar los desafíos y superar este debilitante trastorno.
Referencias:
- Joel E. Dimsdale. Trastorno facticio. Manual MSD. [internet] 2020[ consultado 31 marzo 2021]. Disponible en: https://www.msdmanuals.com/es-co/professional/trastornos-psiqui%C3%A1tricos/trastornos-de-s%C3%ADntomas-som%C3%A1ticos-y-relacionados/.
- 2. Franco de Oliviera Barbosa, Rosa Janaina, Denis Cristina dos Santos, Fernando Wellington, Claudia Ribeiro. Bioética y sociedad: trastorno facticio impuesto a uno mismo e impuesto a otro. Rev., Latinoamericana de Bioética. [internet] 2020 [consultado 31 marzo 2021] tomo 20(1): 49-66. Disponible en:
- Trejo-Hernández J, Loredo-Abdalá A, Orozco-Garibay JM. Síndrome de Munchausen por poder en niños mexicanos: Aspectos médicos, sociales, psicológicos y jurídicos. Rev. Invest Clin. [internet] 2011 [ consultado 31 marzo 2021];63(3): 253-262. Disponible en:
https://www.medigraphic.com/cgi-bin/new/resumen.cgi?IDARTICULO=41235.