A lo largo de los años se han presentado constantes cambios en la alimentación, lo que ha acarreado consecuencias para la salud y no muy favorecedoras. En México, la tendencia de los últimos años es el incremento de la obesidad y el sobrepeso y esto es debido al excesivo consumo de calorías y la disminución de la actividad física. También se debe a la ingesta de vitaminas y minerales, asociado a un bajo consumo de verduras, frutas, leguminosas y pescado.
Con todo ello, México se enfrentará a desafíos económicos y sociales aún mayores, ya que las Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ECNT) causadas por una alimentación inadecuada implicará también una mayor pérdida de capital humano.
Hablar de un patrón alimentario es algo difícil, ya que es un fenómeno complejo. El comer, el alimentarnos cubre una necesidad biológica pero no todos los individuos los realizan de la misma manera. El hecho alimentario está determinado por factores sociales, culturales y económicos.
¿Qué es un patrón de alimentación?
El patrón de alimentación se caracteriza por un fuerte apego a los productos que conforman los hábitos de comida de una población, además de un marcado arraigo al país, es decir, lo que representan las tradiciones, una estructura de consumo socialmente segmentado y una expresión de lo cultural, nacional y regional.
La dieta tradicional mexicana menciona que los alimentos presentes en todo el país son los granos, leguminosas y verduras. De estos grupos, los alimentos principales son el maíz, en su representación en las tortillas, los frijoles, la calabaza, el jitomate, el chile y la cebolla. A su vez, el chile es el alimento característico de México, prevaleciendo a lo largo de la historia y presente en todas las regiones del país.
Patrón actual
El patrón de alimentación actual ha ido tomando la tendencia de incluir alimentos altamente calóricos y pobres en nutrimentos. Se puede atribuir que son alimentos de fácil acceso y bajo costo, lo que ha ido desplazando poco a poco algunos alimentos del patrón tradicional.
En México, el cambio de alimentación se ve reflejado en la disminución del gasto per cáspita en elementos recomendables como verduras, frutas, carnes y lácteos y un mayor gasto en alimentos altamente calóricos y de baja calidad nutricional. Esto ha dado como resultado una transición alimentaria y nutricional remplazando el consumo de alimentos tradicionales y asociándose con el riesgo de presentar sobrepeso y obesidad.