La Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades cardiovasculares representan la causa más común de mortalidad a nivel internacional, rebasando incluso la mortalidad ocasionada por enfermedades infecciosas y parasitarias.
La institución mundial de salud también reconoce que la epidemia de las enfermedades cardiovasculares avanza con bastante rapidez en los países desarrollados como en aquellas naciones en vías de lograrlo.
Enfermedad cardiovascular en América Latina y México
La OMS detalla que las enfermedades cardiovasculares en América Latina y el Caribe representan el 31 por ciento del total de las defunciones.
Asimismo, la enfermedad cardiovascular es la causa número uno de muerte en México. El Instituto Mexicano de Salud Cardiovascular, Luis Alcocer Díaz Barreiro, menciona que el 70 por ciento de los mexicanos adultos (alrededor de 30 millones de personas) tiene al menos un factor de riesgo cardiovascular (como hipertensión, diabetes u obesidad), y cerca de 12 millones (aproximadamente el 10 por ciento de la población) deberían modificar su estilo de vida para reducir sus riesgos.
Ante este panorama, el instituto detalló que para 2030 unos 23 millones de personas podrían morir a causa de una enfermedad cardiovascular, padecimientos que en el 56 por ciento de los casos se atribuyen a los elevados niveles de colesterol.
Cabe mencionar que cada vez se presentan con más frecuencia estas patologías a edades consideradas tempranas, pues en los últimos años de cada 10 padecimientos del corazón, tres de ellos ocurren en personas jóvenes.
Al respecto, el presidente de la Sociedad Mexicana de Cardiología (SMC), Erick Alexanderson, destacó que cada vez se presentan con más frecuencia estas patologías a edades consideradas tempranas, pues en los últimos años “de cada 10 padecimientos del corazón, tres de ellos ocurren en personas jóvenes”.
El papel del médico general en el cuidado de la salud cardiovascular
El papel del médico es clave en la prevención de las enfermedades cardiovasculares. Al respecto, el presidente de la Sociedad Mexicana de Cardiología, Erick Alexanderson, ha mencionado que en México hay un problema muy grave de salud cardiovascular y para resolverlo es necesario aumentar la educación.
Si bien las personas tienen una gran responsabilidad en el cuidado de su salud, el especialista señala que los médicos de primer contacto, quienes tienen un acercamiento mayor con los pacientes, deben mantenerse muy bien informados sobre los factores de riesgo que propicia la enfermedad cardiovascular y por ende, puedan actuar oportunamente.
El Dr. Erick Alexanderson añade que el médico general debe tener una obligación muy clara: detectar factores y educar a la población sobre el riesgo de padecer esta clase de enfermedades. No obstante, señala, para que este objetivo se cumpla, el paciente debe ser consciente de su problema de salud.
El médico general es el que más influencia tiene sobre los pacientes y si detecta algún estadio de la enfermedad, entonces debe referirlo al cardiólogo para que éste, de acuerdo con su preparación, pueda actuar en consecuencia.
El rol del médico cardiólogo
De igual forma, un artículo publicado en la Revista Colombiana de Cardiología titulado “El papel del cardiólogo clínico en un programa de prevención cardiovascular”, menciona que el médico cardiólogo, como líder debe hacer parte de todo el proceso, administrar los recursos y orientar cada línea de atención, actividades para las cuales deberá conocer y comprometerse un poco más con los modelos integrales, retroalimentándolos positivamente y dirigiéndolos en pro de las instituciones prestadoras de salud, las instituciones administradoras de salud, el grupo de salud y el paciente.
Es un compromiso y prácticamente una obligación con el paciente, que el cardiólogo facilite e implemente este sistema con el objetivo de impartir un verdadero concepto de salud con el que se controle la enfermedad al ofrecer atención de salud básica y especializada, con un nivel de educación que se toma como prevención secundaria, en donde primordialmente se busca adherencia al tratamiento y conservación de hábitos de vida sana a través de la prestación de soporte en ejercicio supervisado y de motivación a adquirir el hábito de asistir de forma frecuente al programa establecido, sin dejar de lado el acompañamiento de parte de su grupo familiar o cuidador primario, a quienes también se les educa, cerrándose así un ciclo completo, con un poco de prevención”, se menciona en el estudio de la Revista Colombiana de Cardiología.