Como parte de tus labores diarias debes brindar consultas a todos los pacientes que acudan contigo por alguna enfermedad o dolencia; sin embargo, como parte de tus labores también debes de tener en consideración que no todos los malestares son iguales y, por ejemplo, no es lo mismo atender una gripe que un cáncer.
Por tal motivo es que debes de tener mucho cuidado con los pacientes de alto riesgo, clasificación en la que entran las personas con enfermedades crónicas o de un elevado costo, como pueden ser el VIH, la enfermedad renal crónica o diabetes juvenil, entre varias más.
En primer lugar, es fundamental tener en cuenta que no puedes curar todas las enfermedades que existen; sin embarho, esto no quiere decir que no puedas ayudar a que todo paciente tenga una mejor calidad de vida durante el tiempo de duración de su o sus tratamientos.
En este aspecto, la habilidad más poderosa con la que cuentas es la empatía médica, un aspecto fundamental que permite mejorar la relación médico-paciente, pues la parte emotiva y mental funcionan como un complemento a los fármacos y medicamentos que forman parte de cualquier tratamiento.
Es por eso que cuando tengas que atender a pacientes de alto riesgo, mantener pláticas o brindarles palabras de apoyo de manera constante es una buena forma de desarrollar tu empatía. Recuerda que lo más importante es que el paciente se sienta querido y escuchado porque eso lo motivará a querer luchar contra cualquier enfermedad que se le presente.