La obesidad es un problema de salud mundial que ha alcanzado proporciones epidémicas en las últimas décadas.
Esta condición va más allá de una simple preocupación estética y tiene graves implicaciones para la salud de quienes la padecen.
Pero, qué es la obesidad, cuáles son las diferencias clave entre obesidad y sobrepeso, cuáles son sus tipos, causas, consecuencias y su impacto. A continuación te compartimos información que explica los alcances de este problema de salud pública.
Definición
La obesidad es una condición médica caracterizada por un exceso de grasa corporal. Se calcula mediante el Índice de Masa Corporal (IMC), que relaciona el peso y la altura de una persona. Cuando el IMC de un individuo alcanza 30 o más, se considera obeso.
Sin embargo, es importante destacar que la obesidad no se limita a una simple acumulación de grasa, sino que está vinculada a una serie de factores biológicos, genéticos, ambientales y de estilo de vida.
Diferencia entre obesidad y sobrepeso
A menudo, los términos “obesidad” y “sobrepeso” se utilizan indistintamente, pero tienen significados ligeramente diferentes.
El sobrepeso también implica un exceso de peso corporal en relación con la altura, pero a diferencia de la obesidad, no necesariamente se asocia con un riesgo significativamente aumentado de problemas de salud graves. El IMC para el sobrepeso varía entre 25 y 29.9.
La obesidad, por otro lado, entraña un mayor riesgo de enfermedades crónicas, como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, hipertensión y ciertos tipos de cáncer.
Tipos
La obesidad se presenta en diferentes formas, y la distribución de la grasa corporal puede variar. Dos tipos comunes son la central (o visceral) y la periférica (o ginoide).
- La obesidad central implica una acumulación de grasa alrededor de la región abdominal y se asocia con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.
- La obesidad periférica se caracteriza por una acumulación de grasa en las caderas y los muslos.
Causas
Este padecimiento es multifactorial. Factores genéticos pueden desempeñar un papel importante, pero el entorno y el estilo de vida también son críticos.
La disponibilidad de alimentos altos en calorías y pobres en nutrientes, junto con la falta de actividad física, ha contribuido significativamente a la prevalencia de la obesidad.
Factores psicológicos, como el estrés y la depresión, también pueden influir en los hábitos alimenticios y el peso corporal.
Consecuencias
Este padecimiento no es solo una cuestión estética, sino una preocupación médica grave. Aumenta el riesgo de una serie de condiciones de salud, incluyendo diabetes tipo 2, enfermedades del corazón, hipertensión, accidentes cerebrovasculares y ciertos tipos de cáncer.
Además, la obesidad puede tener un impacto negativo en la calidad de vida, limitando la movilidad y contribuyendo a problemas psicológicos como la depresión y la ansiedad.
Situación mundial y en México
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce la obesidad como una de las mayores amenazas para la salud pública a nivel mundial.
Según datos actualizados de la OMS, en 2023, se estima que 2 mil millones de adultos tienen sobrepeso, y más de 650 millones de adultos son obesos.
En México, la situación es especialmente preocupante. Nuestro país ocupa uno de los primeros lugares en obesidad a nivel mundial. Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) , casi el 75% de los adultos mexicanos padecen alguna de estas condiciones.
La obesidad como enfermedad
La obesidad ha sido reconocida oficialmente como una enfermedad por diversas organizaciones de salud, incluida la Asociación Médica Americana.
Esta designación subraya la complejidad del padecimiento y su impacto en la salud general. Tratar la obesidad va más allá de simplemente bajar de peso implica abordar factores genéticos, metabólicos, psicológicos y de comportamiento.
Enfermedades relacionadas
La obesidad está estrechamente vinculada con una serie de enfermedades crónicas. La diabetes tipo 2 es una de las más notables.
El exceso de grasa puede interferir con la acción de la insulina, lo que lleva a niveles elevados de azúcar en sangre. Además, puede aumentar la presión arterial y los niveles de colesterol, contribuyendo así a enfermedades cardiovasculares.
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