Poco a poco la sociedad actual se ha decantado hacia el cuidado del cuerpo, haciendo todo lo posible por mantenerse sanos. Leyendo las etiquetas de los alimentos, pasando más tiempo en el gimnasio, haciendo yoga o meditando a fin de “conectar” con su yo interior, etc. No obstante y a pesar de todo, muchas personas continúan sin seguir adecuadamente sus tratamientos médicos e incluso tomando malas decisiones respecto del mismo.
Con lo anterior como sustento es que muchos pacientes al diagnosticarles una enfermedad (por leve que sea) suelen preocuparse por tener una pronta recuperación, misma que deriva en “ceguera de taller” al no tenerse en cuenta las siguientes preguntas:
- ¿El tratamiento propuesto es la única opción o por qué me lo han presentado?
- ¿Cuáles son las ventajas e inconvenientes de cada una de las opciones de tratamiento?
- ¿De qué manera pueden influir los efectos secundarios a mi calidad de vida?
- ¿Qué implicaciones conlleva el tratamiento, además de la recuperación?
- ¿Qué pruebas reales existen de que mi tratamiento ha sido efectivo para enfermedades similares?
- Si decido no seguir ningún tratamiento, ¿cómo evolucionará mi enfermedad?
Cuáles son las cosas que se desean saber
Resolver las dudas
Puede parecer desmoralizante o incluso descortés preguntar al médico por qué está prescribiendo cierto tratamiento, si es correcto o si existen otras opciones; sin embargo, el hecho de no hacerlo puede derivar en el “error de diagnóstico silencioso”, término acuñado en un artículo publicado en 2012 por la organización caritativa King’s Fund en Reino Unido y por el Centro para la Ciencia de Atención a la Salud Dartmouth (Darthmouth Center for Healthcare Delivery Science) en Estados Unidos.
En dicho artículo, titulado “Patient preferences matter” (Las preferencias del paciente importan), se hace el llamamiento a médicos y sistemas sanitarios para que animen a los pacientes a participar en el proceso de toma de decisiones, en el cual debe de escucharse sus preferencias, para que tanto médicos como pacientes cuenten con toda la información necesaria sobre las opciones e implicaciones de los distintos tipos de tratamiento.
Como ejemplo el artículo cita un estudio donde los médicos pensaban que para el 71 por ciento de las pacientes de cáncer de mama era elemental conservar sus mamas, cuando en realidad solo 7 por ciento de las mismas lo consideraba como primordial.
Toma conjunta de decisiones
El simple hecho de manifestar al médico cierta preferencia o que sea el propio médico quien pregunte por ellas no es suficiente, pues es sumamente probable que se carezca del acceso a toda la información e investigación disponible, que no se hayan tenido en cuenta las implicaciones de algún tratamiento o que tal vez se haya dejado guiar por las emociones del pacientes.
De acuerdo con el artículo citado anteriormente, “el hecho de que un paciente exprese su predilección por un tratamiento es un indicador de su opción preferida, sin embargo, no es concluyente, pues en contadas ocasiones podemos asegurar que el paciente cuenta con toda la información necesaria”.
Aliviar la carga
En pacientes con enfermedades crónicas, el asegurarse de conocer las preferencias de los pacientes conlleva que éstos realicen una mejor gestión de su enfermedad, se hospitalicen con menor frecuencia y realicen menos visitas a los servicios de urgencia, señalando que, “el sector sanitario sea el único en el que ofrecer a los clientes lo que quieren de verdad conlleva un ahorro económico, pues los pacientes bien informados consumen menos medicamentos, y no un poco menos, sino mucho menos”.
Además de los potenciales ahorros económicos derivados de pruebas, intervenciones y medicamentos innecesarios, el hecho de que los pacientes y sus seres queridos puedan eludir las consecuencias físicas, psicológicas y emocionales al someterse a tratamientos inapropiados, constituye un incentivo para que todos los involucrados (pacientes, médicos y entidades responsables) adopten la toma de decisiones como un acto conjunto.
Confesar los errores
Confesar ante tus pacientes que no eres perfecto y puedes llegar a cometer errores no sólo ayudará a tu paciente, sino también a ti mismo, pues evitará que se lleguen a enterar por alguna otra fuente.
Respetar la autonomía de los pacientes
En lugar de ceder a la autonomía del paciente superior, la discreción y la consideración individual son necesarias. La extensión, profundidad, momento y técnica de la revelación de la verdad debe entonces adaptarse a los deseos individuales del paciente. Para conocerlos realmente, quizás deba solicitarse a los pacientes que indiquen sus preferencias antes de enfermar, en analogía con las órdenes de “no resucitar” o el consentimiento a la donación de órganos.
Un punto muy relevante a tener en consideración es que… los pacientes no quieres saber si existen recursos suficientes para que se les atienda. Lo que verdaderamente les interesa es ¿a qué hora? y ¿cómo le harán? si es que estos no existen cuando los requieran.
- Quieren saber cómo obtener el mejor cuidado posible y que tan rápido lo podrán recibir.
- Quieren saber quiénes son los médicos más confiables o cuáles son los centros de excelencia para tratar ciertas enfermedades.
- Quieren saber cuál es la velocidad de diagnóstico y cuál será la velocidad de las acciones después de alcanzado el diagnóstico.Quieren saber si el internet es confiable al proporcionar información sobre dietas, medicamentos o tratamientos y por qué la evolución de cada paciente es diferente.
Y también existen las preguntas que no tienen respuesta
- ¿Por qué mi comadre parece saber más medicina que usted?
- ¿Les puedo creer a las redes sociales?
- ¿Por qué los médicos decimos práctica médica en vez de trabajo médico?