Hace dos años, un reportero de National Geographic presenció una cirugía bastante peculiar. Ésta se llevó a cabo en la Universidad de Florida, en donde un equipo de cirujanos intervino a Russell Price, un paciente con enfermedad de Parkinson.
El objetivo de la operación fue implantar un cable de estimulación cerebral, el cual fue programado pata enviar pulsaciones eléctricas con cierta frecuencia al cerebro.
De acuerdo con el reportero, los médicos sabían que dicho tratamiento no tenía ninguna relación directa con el padecimiento. “Sólo quisimos hacer creer al paciente que estábamos haciendo una cirugía que le beneficiaría”, dijeron los cirujanos. Fue así que mientras transcurrió la operación en la que el paciente permaneció despierto, los médicos trepanaron el cráneo. Momentos después, el reportero y los cirujanos observaron que el temblor de las manos de Russell Price se redujo notoriamente, y aún más cuando uno de los médicos especialistas le preguntaba al paciente si sentía mejor.
“Cuando hablas de expectativas benéficas en un paciente, suele aparecer el efecto placebo. Cuando los pacientes esperan mejorar, con frecuencia mejoran”, comentó el neurólogo Michael Okun en aquel video. “No trato de usar el efecto placebo para engañarlos, pero estoy dispuesto a hacer cualquier cosa por mejorar a estos pacientes”.
Como tal vez ya sepas, el efecto placebo ha sido vinculado por mucho tiempo al consumo de fármacos inocuos, sin embargo, muy pocas veces se ha investigado este efecto en las cirugías. Pero ciertas investigaciones han dado a conocer cierta evidencia científica de que el efecto placebo podría ser más potente dentro de la sala de operaciones.
Efecto placebo en pacientes con problemas cardiacos
Para estudiar este fenómeno en pacientes con problemas cardiacos, investigadores del Imperial College London realizaron un estudio cuyos resultados acaban de ser publicados en la revista The Lancet.
Para la realización del experimento los médicos seleccionaron a 200 pacientes con isquemia cardíaca. Según el artículo, a 105 de ellos los sometieron a una intervención coronaria percutánea. En el resto de los participantes se simuló la operación pero no se llevó a cabo.
Este tipo de cirugía se practica anualmente a unas 500.000 personas, aunque diversos estudios han mostrado que en realidad no reduce la mortalidad en pacientes con enfermedad arterial.
Al analizar los resultados de ambos grupos, los especialistas confirmaron lo que ya suponían: “En los pacientes con angina tratada médicamente y estenosis coronaria severa, la intervención coronaria percutánea no aumentó el tiempo de ejercicio más que el efecto de un procedimiento de placebo. Es decir, fingir operar a este tipo de pacientes puede provocar el mismo nivel de alivio de síntomas que en aquellos sometidos al procedimiento real”.
Otros estudios respaldan los hallazgos
La evidencia aportada por los médicos británicos se suma a otros trabajos sorprendentes sobre el poder del efecto placebo dentro de las salas de cirugía. En 2013, como lo señaló un artículo publicado en Scientific American, se analizaron 79 estudios sobre prevención de la migraña y el efecto placebo. El resultado fue sorprendente. Las pastillas falsas funcionaron en un 22% de los casos, la acupuntura falsa tuvo efecto en 38 % de los pacientes y las cirugías engañosas en 58 %.
De igual forma en 2014, cirujanos de Oxford y Cambridge analizaron 53 estudios de diferentes tipos de intervenciones y observaron que en 39 (74%) hubo mejoría debido al efecto placebo y en 27 (51%) este efecto no fue distinto al de la cirugía tradicional. Entre ellas un gran número relacionadas con cirugías de rodillas.
Ante estos hallazgos, muchos especialistas se han preguntado si no deben suspenderse las intervenciones que no demuestren un efecto más eficaz al placebo y, lo más importante, si es totalmente ético que los médicos “mientan” a los pacientes con la única finalidad de conseguir una mejoría.
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Si deseas más información, consulta el artículo completo en The Lancet.