La intolerancia a la lactosa, ha generado incomodidad en la salud de los mexicanos. Algunos estudios revelan que el 30% de la población adulta de este país presenta ocasional o permanentemente problemas digestivos relacionados con el consumo de algún producto que contenga este disacárido. En especial porque el cuerpo humano disminuye a temprana edad en forma natural la cantidad de lactasa, que es la enzima que metaboliza los azucares de la leche. (Anmm, s.f.)
Factores de riesgo que afectan la salud
La leche y sus derivados son parte de la pirámide nutricional de la humanidad, desde siempre. Sin embargo, hace algunos años el dolor y la distención abdominal, acompañadas de flatulencias, nauseas y/o episodios de diarrea, después del consumo de alimentos ricos en lactosa. Han puesto a tambalear la escala dietaría, revaluando su importancia y buscando alternativas que remplacen el calcio y la vitamina D, tan importantes en la salud.
Los factores genéticos establecen una intolerancia primaria a la lactosa. llevando a que personas de regiones específicas y razas; como por ejemplo los africanos, asiáticos, mediterráneos y latinos, presenten mayor predisposición a bajar los niveles de la enzima digestiva que permite procesar la leche y sus derivados
Después de una enfermedad o lesión, el intestino se puede ver afectado drásticamente, disminuyendo la producción de lactasa. Lo que lleva a una intolerancia secundaria; que alcanza a desencadenar la proliferación de bacterias y otras patologías inflamatorias, como la enfermedad de Crohn, que comprometen el tracto intestinal.
La genética, participa activamente en la intolerancia congénita, dejando desprovisto el intestino del bebe de la enzima que procesa la lactosa. Sin embargo, esta condición denominada autosómico recesivo, es realmente escasa; ya que tanto el padre como la madre deben compartir la misma variante para ser trasmitida.
Existen otros factores, como la edad avanzada y las enfermedades del intestino delgado, que pueden dejar de compensar la enzima digestiva con el consumo de lácteos, provocando una intolerancia. De igual manera, los malos hábitos alimenticios y las alergias alimentarias; estimulan la producción de bacterias que inhiben la segregación de lactasa, favoreciendo la no absorción en la mucosa intestinal.
Afortunadamente, en la mayoría de los casos este trastorno digestivo se puede solucionar fácilmente, con solo limitar el consumo de productos a base de lactosa. A pesar de ello, en los casos en que esta condición se derive de un problema congénito o un trastorno intestinal diferente; el profesional de la salud señalará un tratamiento con grageas o gotas a base de lactasa, que se debe ingerir antes del consumo de lácteos.
La intolerancia a la lactosa se da básicamente por la deficiencia en la cantidad de la enzima llamada lactasa, que se produce en el intestino. Cuya función principal es desdoblar la lactosa en sus partes. Al no hacerlo, se presentan problemas estomacales; que pueden llegar a incapacitar al individuo. No obstante, los cambios en la dieta pueden ser la solución más acertada para contrarrestar las molestias y mejorar la salud en forma integral.