México se encuentra entre los países con mayores tasas de obesidad en el mundo, afectando tanto a adultos como a niños. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), más del 70% de la población mexicana padece sobrepeso u obesidad. Este problema de salud pública tiene múltiples causas, desde hábitos alimenticios hasta factores socioeconómicos.
Alimentación alta en azúcares y ultraprocesados
Uno de los principales factores detrás de la obesidad en México es el alto consumo de alimentos ultraprocesados, bebidas azucaradas y comida rápida. El país es el mayor consumidor de refrescos en el mundo, con un promedio de 163 litros por persona al año. Estos productos contienen grandes cantidades de azúcares añadidos, grasas saturadas y sodio, lo que contribuye al aumento de peso y al desarrollo de enfermedades como la diabetes tipo 2.
Sedentarismo y falta de actividad física
El estilo de vida sedentario es otra de las razones del aumento de la obesidad. El uso excesivo de dispositivos electrónicos y la falta de espacios adecuados para la actividad física han reducido el tiempo que las personas dedican al ejercicio. Además, largas jornadas laborales y desplazamientos prolongados limitan las oportunidades de mantenerse activos.
Factores socioeconómicos y culturales
El acceso a alimentos saludables es un desafío para muchas familias mexicanas. En varias regiones, los productos ultraprocesados son más accesibles y económicos que las frutas y verduras. Además, las tradiciones culinarias han cambiado con el tiempo, incorporando más frituras y comidas rápidas en la dieta diaria.
Estrategias para combatir la obesidad
Para reducir la obesidad en México, es fundamental promover una alimentación equilibrada, aumentar la actividad física y fomentar políticas públicas que regulen el acceso a productos poco saludables. Iniciativas como el etiquetado frontal en los alimentos y campañas de concientización son pasos importantes, pero se requiere un esfuerzo conjunto de la sociedad y el gobierno para lograr un cambio real.
Combatir la obesidad no solo mejora la calidad de vida de las personas, sino que también reduce la carga en el sistema de salud y promueve un futuro más saludable para el país.