En México, los problemas de salud mental son muy poco comprendidos. Es por eso por lo que existe una necesidad de medir, cada vez con mayor precisión, el manejo de las personas a factores que afectan al bienestar de las personas como es el caso del estrés.
El académico de la Facultad de Psicología de la UNAM, Benjamín Domínguez Trejo, ha explicado que “sabemos que alrededor del 70 por ciento de los mexicanos sí pueden manejar bien el estrés y un 30 por ciento no, pero eso hay que estudiarlo, medirlo, mejorar nuestras herramientas de medición. Ese es un gran desafío, sobre todo para un país como el nuestro, en el que los recursos para la investigación científica se regatean”.
La actividad física puede reducir los niveles de estrés
Los altos niveles de estrés se asocian a cambios inmunológicos intensos y uno de ellos es la respuesta inflamatoria: a mayor elevación de esta somos más vulnerables y frágiles biológicamente y nuestro cuerpo está más débil para defenderse.
Es por eso por lo que se deben destacar la importancia de conocer factores que pueden contribuir a modularla en la población mexicana. Uno de ellos es la actividad física. Respecto a esto Domínguez Trejo ha expresado que “las personas que caminan más de seis mil pasos diarios, que es alrededor de 30, 40 minutos de caminata, tienen menores niveles de inflamación. Esta es una práctica que puede hacer cualquier persona, incorporarlo a sus hábitos para mejorar sus defensas inmunológicas”.
La pandemia provocada por la COVID-19 ha dejado de manifiesto los problemas de salud mental en la población
También este experto ha expresado que, es cada vez más sólida la evidencia de que, al contar con percepción de apoyo social, esto tiene grandes repercusiones para la conservación de nuestra salud física y emocional. “Una persona que se siente tratada injustamente, presenta niveles de inflamación más elevados y, en este sentido, es más vulnerable”, ha expresado.
Por último, el experto universitario señala que la pandemia por la COVID-19 mostró que quienes manejan inadecuadamente las situaciones con niveles medios o altos de incertidumbre, sufren más consecuencias negativas en su salud emocional y física. De esto ha expresado que “es ese forcejeo continuo, el hecho mismo de estar vivos produce estrés, en algunas casos, en niveles inmanjeables, prolongados o intensos. A ellos se suman nuestros miedos, la manera en que nos preparamos para la incertidumbre”.