El ser humano es un ser social y que necesita crear vínculos y relaciones sociales afectivas. Tal es el caso que cuando alguien hace algo realmente grave, la sociedad, a través de los jueces y leyes, priva de libertad al individuo, es decir, limita sus relaciones sociales, condenándolo al ostracisimo y a la soledad. Esto sirve para remarcar que la soledad es una de las peores cosas que nos pueden suceder.
En los últimos años, los cambios socioculturales y económicos han dado lugar a que la soledad hay experimentado un notable incremento en todos los países desarrollados. La soledad es un grave problema de salud pública y, por ejemplo, en enero de 2018 se llegó a crear una secretaria de estado para la soledad.
¿Qué es la soledad?
Existen un sinfín de definiciones sobre la soledad y todas ellas están incompletas. La más simple es la ausencia o déficit de relaciones interpersonales. Aunque la connotación es negativa, no es lo mismo estar solo que sentirse solo. Lo que realmente importa, por tanto, es la interpretación que cada uno hace de la soledad. Se puede decir, por tanto, que hay una objetiva y otra subjetiva.
Según algunos estudios, los grupos de población que más soledad percibía muestran son las personas mayores, los adolescentes que no tienen hogar, los pobres, los parados y los inmigrantes. Todo apunta que, a medida que cumplimos años, vamos perdiendo la capacidad de hacer nuevos amigos y parece que hombres y mujeres no son iguales. Las mujeres son capaces de mantener las relaciones sociales hablando y los hombres necesitan compartir tiempo juntos haciendo algo en común.
Relación entre este sentimiento y la salud
Aunque no lo creas, la soledad es un factor predictor de mortalidad y es que el riesgo de mortalidad equivale a fumar 15 cigarrillos al día o ser consumidor excesivo de alcohol y representaría un riesgo más importante que factores como la obesidad o el sedentarismo.
Los pacientes que perciben sentirse más solos, se sienten, además, más enfermos. El mecanismo fisiopatológico por el que desencadena estos efectos parece ligado a la activación sostenida del sistema hipotálamo. Los niveles de cortisol son elevados sistemáticamente por las experiencias emocionales y psicosociales negativas, siendo los sentimientos de soledad, tristeza y amenaza, los que más elevan los niveles de esta hormona al día siguiente.
El estrés psicológico altera la respuesta inmune por la activación de dos ejes: el hipotalámico-putuitario-adrenal y por otro el eje neuroendocrino (simpático-adrenal). Asimismo, se puede destacar que la soledad produce un acortamiento acelerado de los telómetros.