Realmente entender en forma sencilla y accesible la ciencia sobre la Covid-19 es imprescindible para que las personas tomen las acciones necesarias para protegerse y proteger a los demás.
No todo lo que implica el virus se sabe aún, pero sí está muy claro y aceptado científicamente que las mascarillas protegen de respirar, ingerir o compartir los virus exhalados.
También es científicamente aceptado que la distancia física, llamada en un inicio distancia social, de un mínimo de dos metros entre personas ayuda a reducir las posibilidades de transmisión y contagio.
Asimismo, el lavarse las manos con jabón durante por lo menos 20 segundos, lavando toda la mano por ambos lados, y concentrando un poco de esfuerzo adicional en cada dedo y pulgar también ayuda a eliminar el virus de las superficies que tocamos.
Esto está claro, probado por la ciencia y no debe de estar sujeto a duda o politización.
Mientras algunos líderes políticos en EEUU y otros países han dicho que el contagio del virus puede ser evitado por creencia religiosa, nivel socioeconómico, o nivel educativo, o por otra parte pensar que “ya tomamos precauciones por varios meses, y ya nos aburrimos” ahora es el momento en que se intensifica la necesidad de conocer, entender, y forjar en todas las personas comportamientos sanos basados en los conocimientos científicos, expresados en forma clara.
Es el momento de que todos los formadores de opinión pública, ya sean líderes políticos, empresariales, de la industria del entretenimiento, líderes populares y otros, diseminen en forma clara el mismo mensaje de usar mascarillas, distanciarse físicamente, y lavarse las manos, y otros mensajes preventivos que ya no pueden ponerse en tela de duda.
La repetición de los mensajes de salud en forma clara y sencilla es una de las bases de la alfabetización en salud, o health literacy, y México ha tenido experiencia en el tema.
México ha tenido importante liderazgo en la diseminación de mensajes concisos de salud en el pasado. Recuerdo la campaña “La familia pequeña vive mejor” que logró mejoras significativas en las excesivas tasas de natalidad comenzando en los años 1970’s. Como dice el sitio web del Consejo Nacional de Población (CONAPO) “En 1974 las familias en el país tenían casi 7 hijos en promedio y había la necesidad de detener la explosión demográfica, por ello, el CONAPO diseñó las estrategias de “vámonos haciendo menos”, “la familia pequeña vive mejor” y “planifica, es cuestión de querer”, logrando la disminución del promedio de hijos a dos por mujer.”
Por otra parte, la campaña de salud nutricional “Si la leche es poca, al niño le toca” logró concienciar a las familias de la importancia de la buena nutrición, para el crecimiento sano de los niños.
Estos son ejemplos tempranos del poder de una comunicación y alfabetización en salud. Eran mensajes claros, simplificados pero basados en la ciencia y diseminados ampliamente en zonas urbanas y rurales para que todo mundo en el país pudiera hacer suyos esos mensajes, y así poder empezar a actuar según lo que pedía esa alfabetización en salud.
Esos mensajes claros, sencillos, y otros similares, motivaron a los ciudadanos a tomar acciones favorables para la salud.
Por otra parte, la creación de personajes o situaciones imaginativas puede ayudar a recordar las acciones que queremos que tomen las personas. Por ejemplo, en el 2020 vimos la diseminación del personaje “Susana Distancia,” diseñada para recordar a los ciudadanos a mantener “su sana distancia“ de dos metros entre sí, para evitar contagios.
Tomemos esas experiencias, y muchas otras similares para iniciar la alfabetización de salud en nuestros países y en cada una de nuestras organizaciones o empresas.
Recordemos que para desarrollar mensajes siguiendo las mejores prácticas de Health Literacy, esos mensajes deben ser Precisos, Accesibles y Accionables: según las recomendaciones del Centro para Prevención y Control de Enfermedades (CDC) en EEUU. Podemos abundar un poco en estos conceptos:
Preciso
- Health Literacy no significa “atontar” la información o distorsionar la ciencia.
- Asegurar que la información se presente con precisión y que las personas puedan entenderla.
- Siempre explica lo que sabes y lo que no sabes.
Accesible
- Dónde y cómo presentas la información afecta su accesibilidad.
- Múltiples canales y formatos son los mejores
- Asegurarte de que la información llegue en un formato utilizable.
- Si la información está diseñada para estar al alcance o nivel de lectura de los niños, también podrá beneficiar a los padres y a todos los adultos.
Accionable
- En el campo de la salud, generalmente queremos que las personas comiencen o dejen de hacer algo, o hagan más o menos de algo.
- Asegúrate de proporcionar información para que las personas PUEDAN hacer algo con la información provista.
Precisamente en estos momentos de información tan diversa y frecuentemente contradictoria sobre cómo protegerse de la Covid-19, debemos proporcionar a quienes servimos mensajes consistentes, precisos, accesibles y accionables.