Los daños causados por la pandemia de Covid-19 van más allá de los decesos que se han presentado. Todos los ámbitos y sectores se han visto afectados de forma directa e indirecta. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), tan solo durante el 2020 casi 23 millones de niños no recibieron las vacunas infantiles básicas. Y a la cifra se deben añadir otros 3.7 millones que ocurrieron en 2019.
¿Por qué ocurrió?
Lo anterior fue causado por las restricciones de movilidad causadas por la crisis sanitaria. De igual forma, en algunos casos los padres de familia se alejaron de los hospitales por considerar que se trataban de espacios peligrosos e inseguros. Al final se generó un severo problema que puede ser irremediable para los infantes.
Este fenómeno es un retroceso importante en la salud infantil global, en especial si se considera que en el mundo actual la vacunación es una de las mejores medidas de salud pública. Se ha demostrado que reduce de forma significativa la morbilidad y mortalidad asociadas a diversas enfermedades infecciosas, especialmente en los niños. Por ejemplo, la inmunización de menores frente a enfermedades graves como la difteria, tos ferina, tétanos, poliomielitis, haemophilus influenzae tipo B y Hepatitis B evita de dos a tres millones de muertes cada año.
Específicamente, se estima que las coberturas de vacunación para enfermedades como la difteria, tosferina y tétanos fueron del 76.7 por ciento. Esto representa una reducción del 7.7 por ciento. Esta situación los deja en riesgo de contraer enfermedades que pudieran ser prevenibles.
Posibles soluciones
Una manera de mantener los esquemas de protección infantil actualizados es a través del uso de vacunas combinadas, es decir, de inmunizaciones que contienen antígenos de dos o más microorganismos.
Estas vacunas representan un mejor costo-beneficio que la aplicación de las monovalentes porque mejoran la logística y los tiempos de aplicación de los médicos. Además, al disminuir el número de inyecciones, reducen el número de visitas a los centros de vacunación y proporcionan un mayor confort a los niños. Por otra parte, su uso simplifica su manejo, transporte y almacenamiento.
El Dr. César Martínez Longoria, pediatra infectólogo y profesor clínico del Hospital San José TecSalud del Tecnológico de Monterrey, comentó que “en México, la Cartilla Nacional de Vacunación incluye la vacuna hexavalente, la cual ofrece protección contra la hepatitis B, difteria, tétanos, tos ferina, haemophilus influenzae tipo B y poliomielitis. Conforme al Esquema Nacional de Vacunación, todos los niños deben recibir la vacuna hexavalente a los 2, 4, 6 y 18 meses de edad. Una vez aplicadas todas las dosis, se obtiene 98% de eficiencia en la protección de las enfermedades”.
Desafortunadamente, durante 2020 casi 454 mil niños no recibieron las vacunas básicas en México. Por eso es importante que los padres de familia actualicen el esquema de vacunación de sus hijos aún durante la cuarta ola de la pandemia. Esto con el fin de protegerlos contra enfermedades que pudieran ser devastadoras, en especial ahora que se están normalizando cada vez más las actividades rutinarias.
Si bien esta situación ha causado retrasos en la aplicación de las vacunas, es necesario recalcar que los intervalos superiores a los recomendados entre dosis no disminuyen la respuesta inmune. Por lo tanto, es primordial completar la serie primaria o los refuerzos con las dosis pendientes para que los menores quede correctamente vacunados y protegidos.