En México, los ajustes de cuentas suelen terminar dentro de los hospitales pese a que los lesionados se encuentren en camas o custodiados por policías.
En 2011, por ejemplo, en Culiacán, Sinaloa, sicarios irrumpieron en la clínica de Rehabilitación y Especialidades para rematar a un herido de bala, pero en el evento también acabaron con la vida de cuatro personas (una de ellas un policía preventivo) que se encontraban en el pasillo cercano a la habitación del paciente.
Por hechos como este, que se repiten con frecuencia, en fechas recientes el secretario de Salud local pidió que los lesionados por bala fueran atendidos en hospitales militares para no exponer a los pacientes y al personal médico a los riesgos de posibles enfrentamientos entre grupos armados, asimismo, se determinó que aquellos galenos, clínicas u hospitales que no reporten la atención brindada a este tipo de pacientes serían suspendidos.
En cambio, en países donde las balaceras en hospitales no resultan tan comunes, como lo es Argentina, se presentará un proyecto de Ley para que no sean excarcelables las causas por las que se cometen delitos con armas en nosocomios.
La iniciativa se presenta días después de que el quirófano central del Hospital “San José de Pergamino”, a 200 kilómetros al oeste de Buenos Aires, fuera escenario de una balacera entre individuos que habían reñido afuera de un bar.
Al plantear su propuesta, la legisladora del Frente Renovador, María del Huerto Ratto, destacó la vulnerabilidad en que se encuentran pacientes, médicos y demás personal sanitario ante eventos de este tipo.
Ante noticias así, sólo cabe preguntar si una medida semejante tendría alguna efecto positivo en México. La respuesta más probable es “no”, ya que muchas de las agresiones provienen de grupos relacionados con el narcotráfico, un problemas que demanda atacarse de raíz y desde difernetes ángulos.
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