Son tantas las personas en el mundo que padecen la enfermedad del Alzhéimer, que se ha convertido en uno de los retos para la medicina actual. El Alzhéimer es una enfermedad que, a pesar de ser tan popular, se sigue diagnosticando tarde, a juicio de los expertos.
“el alzhéimer se caracteriza por la pérdida progresiva de memoria y de otras funciones intelectuales de la persona” (Carrasco). El doctor añade que la enfermedad inicia en determinadas zonas del cerebro y se extiende a otras, con el transcurrir del tiempo. Aún no hay un tratamiento con el que se pueda detener la progresión de la enfermedad, pero se trabaja incansablemente desde la investigación para conocer sus causas y los posibles tratamientos para su curación.
En los últimos años se ha descubierto que la estrategia preventiva es la forma más eficaz para luchar contra la enfermedad del Alzhéimer, debido a que, para cuando la enfermedad manifiesta los primeros síntomas ya han muerto muchas neuronas, y es poco probable que tratamientos post sintomáticos restauren la función cerebral.
Dentro de las terapias preventivas se incluyen la alimentación, actividad física, social y cognitiva. Una de las dietas más recomendadas es la mediterránea, su prestigio y beneficio se atribuyen al alto contenido de antioxidantes y las bajas calorías, ella implica consumir menos carnes rojas, más pescado, verduras, frutas, cereales, aceite de oliva y vino tinto. Los polifenoles contenidos en el vino tinto, tendrían un efecto positivo, ya que podrían inhibir y desestabilizar la formación de fibrillas de BA[1]. La restricción calórica también tiene un buen efecto sobre la salud del cerebro.
En las personas mayores las actividades sociales están asociadas a una mejor capacidad verbal y a un aumento en la memoria, y contribuye a disminuir los riesgos de deterioro y enfermedad de Alzhéimer. Los pacientes subclínicos reducen sus actividades sociales y físicas, fomentando su deterioro mental.
La investigación clínica relacionada con la enfermedad del Alzhéimer se enfrenta a una nueva perspectiva: la de una enfermedad que en su fase inicial es silenciosa y que comienza mucho tiempo antes de que los primeros síntomas se manifiesten. Y la prevención secundaria que va dirigida a modificar los procesos de la enfermedad.
Los fármacos que se han desarrollado, tienen como objetivo reducir la acumulación de proteína amiloide en el cerebro, así como detener la desestructuración neuronal a la que da lugar el Alzhéimer. Siendo efectivos en la disolución de la amiloide e inútiles para frenar los síntomas de la enfermedad. Otras investigaciones dirigen sus esfuerzos a estudiar la proteína tau y a los factores biológicos como la inflamación, que juegan un factor importante en la acumulación de la proteína amiloide.
Por otra parte, se realizan ensayos con los medicamentos que no han tenido efectos positivos en las personas con daño cerebral avanzado, y que puedan demostrar su eficacia si se administran en fases tempranas.
[1] Hamaguchi T, Ono K, Yamada M. Anti-amyloidogenic therapies: stratagies for prevention and treatment of Alzheimer’s disease. Cell Mol Life Sci 2006; 63: 1538-52
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