En muchos hospitales de todo el mundo existen programas donde perros terapéuticos son utilizados para aliviar la carga emocional que experimentan los pacientes infantiles, en particular aquellos que sufren de condiciones desgastantes (cáncer, operaciones de transplante de órganos, etcétera). Sin embargo, una investigación realizada por un centro de salud indica que esta práctica podría ser más dañina para los niños de lo que les resulta beneficiosa.
De acuerdo con AP, un grupo de especialistas del Hospital Johns Hopkins presentaron los resultados de un estudio, aún sin publicar, donde se indica que los niños hospitalizados en contacto con perros terapéuticos tienen hasta seis veces más riesgo de ser infectados por superbacterias. Estos organismos son notables por ser altamente resistentes a antibióticos.
Los investigadores revisaron la historia clínica de 45 niños pacientes, internados por a terapias contra el cáncer. Entre 2016 y 2017, los menores fueron visitados en varias ocasiones por cuatro perros terapéuticos, a los que acariciaron, abrazaron y alimentaron. A quienes pasaron más tiempo con los animales se les encontró una mayor densidad de especímenes de la bacteria Stapohylococcus aureus resistente a la meticilina (MRSA), ligada a 11 mil muertes cada año en el país.
Casey Barton Behravesh, de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), reconoció que los perros terapéuticos ayudan a reducir la ansiedad y la tristeza, bajar la presión arterial e incluso recortar la prescripción de medicamentos a los pacientes. Sin embargo, apuntó que los resultados del estudio ponen de manifiesto que estas prácticas no están libres de riesgo y pueden empeorar la salud física de las personas.
Al presentar estos resultados, los investigadores a cargo del estudio admitieron que los perros terapéuticos parecían ingresar al hospital libres de MRSA, pero su pelaje se contaminaba de la bacteria al entrar en contacto con otros pacientes. Apuntaron que bañar a los animales antes de entrar a los centros de salud, así como asearlos constantemente con pañuelos especiales, parece eliminar casi por completo el riesgo de transmisión.