Desde el inicio de la pandemia se ha mostrado el poder de la ciencia para encontrar soluciones. Gracias a los primeros estudios realizados se logró conocer más acerca del virus SARS-CoV-2 y su comportamiento. Con esto, se identificó que el uso de cubrebocas no debe ser exclusivo de las personas enfermas sino de toda la población. Disminuye el riesgo a contagiar y ser contagiado. Mientras que también se ha trabajado en encontrar otras maneras de enfrentar a este severo problema de salud.
Después de meses de trabajo por fin se consiguió la primera vacuna aprobada contra este cepa de coronavirus. Se trata de la diseñada por Pfizer/BioNTech y ante el momento que vive el mundo se ha autorizado su aplicación de inmediato en varios países, siendo el primero el Reino Unido.
¿Un efecto secundario de la vacuna?
Por su parte, en el caso particular de Estados Unidos, el día de hoy será decisivo para conocer si la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) autoriza el uso de emergencia de la vacuna. Pero ahora se ha dado a conocer una situación que ha provocado incertidumbre.
De acuerdo con un estudio de la propia FDA, cuatro de los voluntarios que recibieron la inmunización en un ensayo clínico en la nación americana desarrollaron Parálisis de Bell.
Pese a lo anterior, mediante un documento el organismo explica que hasta el momento no existen evidencias claras de que la enfermedad haya sido provocada directamente por la vacuna. Inclusive menciona que cuatro personas de un total de 22 mil que participaron en el estudio no representa una frecuencia superior a la esperada en la población general.
Otro aspecto a considerar es que este problema no es catalogado de alta peligrosidad o mortal debido a que después de un par de semanas suele desaparecer.
Daños que provoca la Parálisis de Bell
En ese sentido, la Parálisis de Bell provoca debilidad en los músculos de la cara por la afectación del nervio facial. En los casos más severos los pacientes experimentan parálisis en los dos lados del rostro e inclusive llegan a experimentar dolor facial o retroarticular, diagusia, hiperacusia y disminución del lagrimeo.
La evidencia científica afirma que su duración es de máximo tres semanas, aunque en los casos más extremos la parálisis puede permanecer por meses. En el caso de los cuatro voluntarios los síntomas se desarrollaron a tres, nueve, 37 y 48 días después de la inoculación.
A partir de todo lo mencionado es ha descartado que este incidente sea suficiente para no autorizar o imponer restricciones a la vacuna de Pfizer.
Mientras tanto, lo que permanece en discusión es la reacción alérgica que presentaron dos trabajadores sanitarios que recibieron la inmunización en el Reino Unido. A partir del suceso, la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios (MHRA) ya no recomienda la vacuna en personas con un historial médico con diferentes reacciones alérgicas a medicamentos y productos alimentarios. Aunque se trata de una indicación exclusiva para el Reino Unido, podría ser adoptada en otras naciones como México.