Aunque la relación médico-paciente implica profesionalismo y reparto de roles, es inevitable que el componente subjetivo aflore. No obstante, cuando permitimos que nuestras emociones nos dominen, podemos manifestar rechazo hacia ciertos pacientes, lo que pone en riesgo la relación y la efectividad del tratamiento a seguir.
Esta situación tiene relación directa con una pregunta: ¿a quienes consideramos pacientes difíciles? Las respuestas son variadas: a quienes hablan mucho, son agresivos, somatizadores, incumplidos, en fin, se inicia una larga lista de calificativos que, muchas veces, tienen que ver con las emociones y situación particular del profesional de la salud.
Por ello, antes de cerrarnos al trato cordial y afectar la relación con el paciente, deberíamos recurrir al arma secreta de los médicos profesionales: la humildad. Y es que se requiere buena medida de esta virtud para, en un ejercicio de conciencia, reconocer nuestros errores. Pensando en eso es que hemos preparado este checklist a fin de identificar los factores que principalmente afectan nuestra labor:
- Alteraciones de la salud.
- Problemas familiares.
- Temperamento o carácter difícil.
- Múltiples quehaceres con falta de tiempo.
- Barreras comunicacionales o socioculturales con el paciente.
- Estrés.
- Insatisfacción laboral.
- Experiencias negativas de trato con pacientes.
Con base en este ejercicio ya habremos dado el primer gran paso para convertirnos en verdaderos médicos profesionales: ubicar el problema de raíz para, acto seguido, centrarnos en resolverlo y pedir ayuda si es necesario, ya que encontrar solución a nuestros problema evitará afectar la relación médico-paciente.
Recuerda que la humildad es la base de este ejercicio. Hay que reconocer que tener defectos es de humanos, pero lograr superarlos es de grandes hombres.