En México, las enfermedades crónicas como obesidad y diabetes se han convertido en problema de enorme magnitud que ha demandado la implementación de medias como impuestos a bebidas azucaradas y comida chatarra, así como la emisión de alertas sanitarias pero, a pesar de estos esfuerzo, ¿por qué el impacto positivo es tan acotado?
Para resolver ésta y otras preguntas, nos acercamos al Dr. Simón Barquera Cervera, Director de Investigación en Políticas y Programas de Nutrición en el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).
– La aplicación de impuestos especiales a bebidas azucaradas y comida chatarra ha tenido efecto positivo en los últimos años pero, ¿qué decirle a quienes aseguran que esto ya no es funcional?
– Lo que yo he visto es lo que se ha publicado en las revistas científicas: que la tendencia se mantiene a la baja.
Se trata de un conflicto de interés, muchas veces los detractores dicen que no ha bajado porque ellos trabajan en esa industria y no quieren este mensaje de la reducción; pero yo no he visto un reporte científico que diga que no esté bajando.
– ¿Significa que el impuesto a las bebidas azucaradas mantiene la misma tendencia a la baja en el consumo de refrescos presentado al inicio?
– Sí está bajando, no tanto porque no depende sólo del impuesto; por ejemplo, si ellos duplican su publicidad puede haber cosas que anulen, o bien, hacen una política de precios y ofertas y tienen forma de limitar parte del impacto del impuesto. Ahí le tiene que echar muchas ganas toda la sociedad, para ver cómo mantener la reducción, pues hay una alerta epidemiológica nacional.
No es un capricho decir “no tomen refresco”, es indispensable que haya reducción o no se van a lograr buenos resultados.
– En su opinión, ¿cuáles son los defectos de las campañas de prevención de enfermedades crónicas como obesidad y diabetes?
– No es precisamente un defecto, es que se compite con un aparato de publicidad que va en el sentido contrario del interés de las campañas, por ejemplo, si se le dice a la gente “come menos” o “come lo adecuado y no tomes bebidas azucaradas” y eso cuesta un peso, hay un millón de pesos en publicidad con mensajes como “toma bebidas azucaradas y come comida chatarra”.
Yo creo que el defecto es que hay una gran desproporción entre las fuerzas que promocionan una mala dieta y los pocos recursos que pueda tener el Gobierno para promocionar dietas saludables.
– Dado que no hay campañas de prevención dirigidas a los médicos, ¿cómo es que ellos pueden colaborar con este esfuerzo?
– He visto que hay muchas iniciativas, pero esa es un área donde se tiene que trabajar. En los médicos una parte es motivarlos para que apoyen los mensajes de salud pública de comer bien, y la otra es la actividad física, con el ejemplo.
Cuando uno hace los análisis comparativos del estado de salud de los médicos, a veces tienen sobrepeso en mayor proporción que la población promedio, entonces es verdad que hay un componente y las instituciones tienen sus iniciativas (hay en el IMSS, en el ISSSTE, en la Secretaría de Salud), mensajes y capacitación para los médicos, pero esa es sólo una de las cosas que se tienen que reforzar.
– ¿Cómo abordar el problema en el sector privado de la salud?
– En el sector privado todo depende del interés del mismo médico, el incentivo es de él, pues tiene credibilidad de acuerdo con las acciones que toma. En el sector privado nadie le va a creer a un médico que fume y diga “deja de fumar”.
El incentivo es muy claro: pon una clínica para bajar de peso con 100 kilos encima y… ¿quién te va a ver?
Imagen: comunicacionsocial.uam.mx