Una de las principales promesas de campaña del republicano Donald Trump fue reemplazar el actual sistema sanitario basado en la Ley para la Protección de Pacientes y Cuidados de la Salud Asequibles (The Patient Protection and Affordable Care Act) con cuentas de ahorro para salud y promover reformas de libre mercado a fin de importar medicamentos y reducir sus costos.
Tras ganar las elecciones presidenciales de Estados Unidos del 8 de noviembre pasado, Trump dio el primer paso para eliminar el llamado Obamacare, pues a finales de ese mes nombró secretario de Salud de su próximo gobierno al conservador Tom Price, uno de sus más reacios opositores. No obstante, a pesar de la adversidad, el sistema se sostiene en pie, pues unos 6,4 millones de personas se han inscrito este año superando el ritmo del 2015.
El Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos (HHS, por sus siglas en inglés) dio a conocer que aunque hubo aumento en las primas, disminución de la cantidad de aseguradoras y existe la promesa de los republicanos de eliminar al Obamacare, al 21 de diciembre unas 400 mil personas se inscribieron en el sistema.
Sin embargo, es demasiado temprano para que los partidarios de la llamada Ley ACA puedan celebrar, pues las reinscripciones se han reducido y el gobierno tiene que esforzar acciones para mejorar en este sentido.
Mientras algunas voces se alzan para señalar que no existen indicios de que los mercados de la Obamacare estén en inminente peligro de colapso, otras advierten que es improbable que los cambios anunciados por Trump y sus partidarios produzcan efectos inmediatos en el programa en 2017.
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